sábado, 31 de agosto de 2013

UN MENSAJE PARA DOS GENERACIONES.


El drama institucional que padece el país no sólo se nos presenta actualmente a través de la corrupción descarada, la ausencia de poderes públicos independientes, y el saqueo del erario público. Hay una consecuencia mucho más grave, y es que el desmembramiento institucional en Venezuela se ha convertido en un tema generacional, y hoy por hoy, la mayoría de los venezolanos pertenecemos a dos grandes grupos generacionales unidos por ese mal histórico común. Sin embargo, y frente a esa circunstancia, el rol histórico de estas dos generaciones se encuentra profundamente diferenciado.

Ese primer gran grupo de venezolanos está representado por aquellos hombres y mujeres que  hoy en día son profesionales entre 35 y 50 años, y que a pesar de haber nacidos en el auge de una Venezuela en pleno desarrollo económico, no tuvieron (y no han tenido) la oportunidad de ser beneficiarios directos de esa Venezuela próspera; por el contrario, el inicio de su vida productiva y de su conciencia política –hacia los años 90’-,  coincide con un país en franco declive institucional. Hoy,  esa generación es la que está asumiendo el liderazgo político del país, y a la que le corresponde dar los primeros grandes pasos  para la reinstitucionalización de Venezuela.

Detrás de ese grupo generacional, venimos nosotros, quienes tenemos entre 20 y 35,sin noción histórica  alguna de la Venezuela institucional,  y que además, nos insertamos en un momento histórico en el que la demagogia y la división social alcanzan su personificación en el ex presidente que tuvimos, y los ministros que todavía tenemos. Sin embargo, nuestro rol de cara al futuro de Venezuela, será la de afianzar y profundizar definitivamente en nuestro país, el valor de unas instituciones sólidas e independientes.
Somos una generación de virtuosos, de eso no hay duda. Tenemos motivos de sobra para asumirnos como el futuro hecho realidad en Venezuela. Presenciar el surgimiento de jóvenes que hoy aspiran a cargos de concejales y alcaldes, es la expresión de un futuro mediato que le depara a nuestro país. Estoy convencido de ello. Sin embargo, reitero, como generación creo que deberíamos entender que nuestro rol protagónico no es ahora, sino dentro de 15 o 20 años.

Nuestro gran rol, ahora, es comenzar desde abajo, en las comunidades; conocer al país en términos políticos, sociales, económicos; recorrerlo a pie; asumir una actitud propositiva frente a tantas carencias; incluirnos en lo público y lo político como demostración del país institucionalizado al cual aspiramos obstinadamente. Pero sobre todo, estoy convencido que nos toca asumir una labor formativa dirigida a crear una conciencia social crítica, capaz de distinguir y de repudiar al demagogo y al populista.

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