sábado, 30 de agosto de 2014


A LOS JÓVENES PROFESIONALES DE VENEZUELA


Nada más difícil que escribir un artículo de opinión dedicado a los jóvenes venezolanos. Primeramente, porque también soy joven; y segundo, porque Venezuela se ha convertido en un país de oportunidades perdidas para nosotros. Salarios que no cubren necesidades básicas, inseguridad, corrupción, incapacidad de ahorro, represión, todos esos aspectos nos han obligado a pensar sobre nuestro rol en Venezuela. Y en esa dinámica, algunos se han ido con la legítima decisión de no volver mientras este país cambie; sin embargo, la mayoría de nosotros, profesionales o no, nos ha tocado quedarnos y vivir en carne propia la Venezuela del 2.014 y  los años que vienen.

Este artículo está dirigido, no a los que se fueron, sino a los que nos quedamos. Por la razón que sea, pero nos quedamos. Y aquí estamos.

¿Cómo  nos asumimos, entonces, en estas circunstancias? ¿Qué hacemos, muchachos?

Y aunque este artículo haga referencia a los jóvenes profesionales, estoy consciente que somos una minoría frente al universo de jóvenes que viven nuestro país. Porque lo cierto del caso es que la mayoría de los jóvenes venezolanos no tienen acceso a la educación universitaria y post-universitaria, no tienen empleo, ni les alcanza el sueldo, por ejemplo. No viven en urbanizaciones, sino en barrios. 

Sin embargo, haber tenido acceso a la educación universitaria y post-universitaria nos obliga a asumir esta crisis más allá desde la frustración de no poder cumplir nuestras expectativas laborales y socioeconómicas. Y si ejercemos algún tipo influencia en la opinión pública, no podemos sentirnos conformes con buscar responsables y escupir visceralidades como si estuviéramos eximidos de no hacer algo más por nuestro país. También somos responsables.

Organicémonos, reunámonos, discutamos, involucrémonos, aportemos con lo que tenemos y sepamos.

 Si no nos sentimos conformes con los partidos políticos, por las razones que fueran, entonces seamos los artífices de nuevas organizaciones, por ejemplo. Al menos, hagamos algo, lo que sea. No nos quedemos en la indignación y la frustración. 

Verdaderamente reprochable y cómplice es que con nuestra formación académica y nuestras posibilidades, no ejerzamos algún tipo de acción frente a esta crisis que vivimos, teniendo la posibilidad hacerlo; seríamos completamente irresponsables si nos enclaustramos en nuestras -cada vez más- reducidas burbujas de comodidades con la excusa de que los partidos políticos no nos representan.

En los años ochenta y noventa del siglo pasado, la clase media no se involucró lo suficiente con la dinámica política que atravesaba el país porque creía que siempre viajaría a Miami y podía tener acceso a dólares preferenciales. Miraba para su ombligo. Se dejó que la política cayera en las manos equivocada. Miren lo que pasó. Nada en la historia es casual. Nada de lo que sucede en Venezuela es casual.

 No nos equivoquemos nuevamente, muchachos. No dejemos la política en manos equivocadas. Que nuestras frustraciones y expectativas no sean la excusa para no asumir responsabilidades en nuestro país. Al menos,  mientras nos quedemos y estemos acá…

Muchachos, tenemos hacer algo. Por nosotros mismos, por la mayoría de los jóvenes del país que no han tenido las oportunidades que nosotros sí hemos tenido, y principalmente, por nuestro país.

sábado, 23 de agosto de 2014

FALSAS EXPECTATIVAS


FALSAS EXPECTATIVAS

Partidos de la Mesa de la Unidad. 


No se trata de levantar trabas frente a hechos que todavía no han sucedido.


Celebro la intención de la MUD en comenzar a generar una mayoría social y política de cara a los comicios legislativos de 2.015. Eso es lo que han tenido que hacer desde hace algún tiempo y lo que realmente el país espera de ustedes: madurez política.


Pero no se olviden de las falsas expectativas que quieran generar. Y tengo que hablarles a ustedes, dirigentes de partidos y militantes, porque para eso son partidos políticos; porque su rol en la sociedad les lleva a asumir responsabilidades históricas, como las que hoy demanda Venezuela.


Ya la MUD no es la misma del 2.009. Tiene en su haber victorias importantísimas, pero también derrotas muy dolorosas. Y justamente, las derrotas han sido dolorosas porque se ha querido asaltar el cielo y la caída ha sido estrepitosa. Han generado expectativas cuyos resultados no han sabido afrontar.


Tampoco la oposición y su núcleo de apoyos es la misma. Ya no es eufórica, fanática. 


Por un lado, a la oposición se la ha sumado un grupo social al cual no hemos (ustedes, los dirigentes y militantes de partidos, y nosotros, la ciudadanía, igualmente corresponsables) incorporado con inclusión y con un discurso contentivo de una visión país: es el chavismo descontento; el que está convencido que Maduro no es una opción, pero ¿Qué le hemos ofrecido nosotros? Para bien o para mal, el chavismo defiende al Socialismo del Siglo XXI, y en cambio, ¿Qué defendemos nosotros? 


 Y por el otro lado, también tienen una oposición social más consciente. Ahora, los opositores (moderados o no) somos más críticos de ustedes, porque también queremos, entre otras demandas, una visión de país; porque quienes teníamos 10 años en 1998, hoy tenemos 25 años, y nuestro futuro vale mucho como para que se nos vaya por corresponsabilidad de una oposición que no entiende su circunstancia histórica con Venezuela. Ustedes viajaron con RECADI y supieron de los beneficios de FUNDA AYACUCHO sin distinciones sociales ni políticas. La mayoría de los jóvenes venezolanos, por ejemplo, no. Peor aun, la mayoría de los jóvenes del país no tienen empleo ni condiciones materiales de desarrollo. Y es muy probable que así suceda con la oposición de a pie y los profesionales que tienen entre 30 y 45 años. 


Esta oposición social se ha cansado de ser los tontos útiles que siempre  votamos en contra del gobierno, participamos en exit pools, somos miembros de mesas, panfleteamos, a los que nos reprimen y encarcelan,  pero que igual se nos dice con asombrosa desfachatez que somos una mayoría insuficiente. De manera que el apoyo de la oposición social ya no es un cheque en blanco que se conforma con un discurso motivador ni una marcha en la avenida Francisco de Miranda.


Se los digo y les reviro sin complejos: O asumen la responsabilidad histórica al cual están llamado  a asumir, o esta mayoría insuficiente los arropará. No crean que esta crisis social que atraviesa Venezuela afecta al gobierno únicamente. 


Espero que se nos diga próximamente cómo presionaremos al gobierno por un CNE imparcial, o cómo asumiremos un CNE arbitrario, por ejemplo. Y así, otros tantos temas que deben resolver. 


No se preocupen, Venezuela pone los votos y su indoblegable voluntad democrática. No lo duden. Al menos los jóvenes venezolanos nos volcaremos a las elecciones parlamentarias como el futuro hecho presente que encarnamos como sector social para este país. Pero ustedes hagan lo propio como dirigentes.


Cuidado con las falsas expectativas, porque ni ustedes, ni nosotros, ni Venezuela, somos los mismos.

jueves, 5 de junio de 2014

LA CONSTITUCIÓN DE 1.821


LA CONSTITUCIÓN DE 1.821

La Constitución colombiana de 1.821 conserva el espíritu centralista de la Constitución de Angostura 1.819. Como se verá de seguidas, el Presidente de la República tiene amplias competencias para la designación de autoridades en los distintos niveles territoriales y administración general del territorio de la República.
Ahora bien, según la Constitución de Colombia de 1821, la organización del territorio de dividía en Departamentos, Provincias, Cantones y Parroquias.

Respecto a las Departamentos, la Constitución de 1821 establecía que el territorio de Colombia se dividiría en 6 o más Departamentos, los cuales estaban representado políticamente por un Intendente, quien era designado directamente por el Presidente de la República, y desempeñaba sus funciones por el período de tres años. Del comentado texto constitucional no se establecen las competencias de los Departamentos, sino que estarán determinadas por la Ley.

Los Departamentos, a su vez, se dividían en Provincias, representado por un Gobernador, nombrado directamente por el Intendente del Departamento, y desempeñaba su cargo durante el período de tres años. Al igual que los Departamentos, las competencias de la Provincia serían establecidas por la Ley.

Finalmente, la Provincia se dividía en Cantones, la instancia político territorial más cercana al ciudadano, representado por los Cabildos o Municipalidades, y cuyo representante es electo a través de Asamblea Parroquiales. Al igual que el Departamento y la Provincia, las competencias de los Cantones serían fijadas por el Congreso.


Respecto al Poder Ejecutivo conforme al texto constitucional de 1.821, éste se encontraba representado por el Presidente de la República, quien desempeñaba su cargo por el período de  4 años. Como se ha dado entender en los párrafos precedentes, corresponde al Presidente el nombramiento del Intendente, y en general, a aquellos funcionarios cuya designación no esté expresamente reservada al Congreso; es el Jefe de la Administración del territorio de la República; es el representante militar de la República; decreta la guerra, la paz, celebra tratados comerciales, designa funcionarios diplomáticos, todo ello, previa anuencia del Congreso; conmuta penas; dicta medidas extraordinaria en caso de conmoción interior, previa autorización del Congreso.


LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA EN 1819


La organización administrativa prevista en el texto constitucional de 1819 tiene la indudable influencia de Simón Bolívar, convencido creyente de la centralización política. De hecho, para el Libertador, el fracaso de la Constitución de 1812 se debe a la debilidad de un Poder Ejecutivo que para aquel entonces se encontraba sometido, por un lado, a los contrapesos del Poder Legislativo, y por el otro, a la excesiva autonomía de las provincias venezolanas; aspectos que impidieron al Poder Ejecutivo hacer frente a la situación bélica existente.

En tal sentido, sin pretender un análisis exhaustivo sino simplemente referencial, de acuerdo con la Constitución de 1819, la organización administrativa y territorial de Venezuela puede esbozarse de la siguiente manera.

Según el mencionado texto constitucional, recae en el Poder Ejecutivo de la República, cuyo representante es el presidente de República, todo lo concerniente a la organización de los empleos civiles y militares que no hayan sido reservados por la Constitución. Igualmente, destacan dentro de las atribuciones de Presidente: ejercer la representación militar en calidad de Comandante en Jefe; jefe de la Administración de la República, incluyendo el nombramiento de  sus ministros (los cuales, de acuerdo con este texto constitucional son seis: Relaciones Interiores, Relaciones Exteriores, Justicia, Hacienda, Marina y Guerra; gobernadores de provincias y prefectos departamentales; conservación y mantenimiento del orden público; declara la guerra en nombre de la República; celebra tratados comerciales; conmuta penas.

Respecto a la organización territorial, de acuerdo con la Constitución de 1819 se dividía en provincias, departamentos y parroquias.

Para 1819, eran diez las provincias existentes en Venezuela, a saber: Barcelona, Barinas, Caracas, Coro, Cumaná, Guayana, Maracaibo, Margarita, Mérida y Trujillo. La representación política de la provincia era ejercida por el Gobernador, el cual designado directamente por el presidente de la República. Dentro de las atribuciones de gobernador de Provincia destaca la conservación y mantenimiento del orden; ser intendente de rentas en la Provincia; y proponer al Presidente el nombramiento de prefectos departamentales.

En concordancia con el párrafo anterior, cada Provincia se encuentra conformada por departamentos, cuyo representante es el prefecto departamental, nombrado por el gobernador de la Provincia. Corresponde al prefecto departamental el nombramiento de agentes departamentales; ejercer la policía municipal; llevar censos y registros de nacimiento en el Departamento. Finalmente, cada Departamento de Provincia se divide en parroquias, la cuales eran representadas por agentes departamentales nombrados directamente por el prefecto departamental.

Para concluir, la organización administrativa y territorial conforme al ordenamiento constitucional de 1819 tiene rasgos centralista, caracterizado por un Poder Ejecutivo el cual, no obstante se encontraba sujetos a los contrapesos del Poder Legislativo, tenía amplias facultades para determinar la organización  y nombramiento de los cargos civiles y militares en aquélla época, así como el nombramiento de las autoridades territoriales en las provincias y departamentos de la República.


CONSTITUCIÓN DE 1.811: UNA APROXIMACIÓN

La estructura organizativa establecida en la Constitución venezolana de 1.811 es expresión varios factores, entre los cuales destaco: la estructura organizativa colonial, con las implicaciones económicas y sociales que ella suponía; la Revolución Norteamericana; y la Revolución Francesa.

Como se expuso en el artículo de la semana pasada, la estructura organizativa de la colonia venezolana, aun cuando se diseñó para el provecho del reino español, lo cierto es que produjo, entre otras consecuencias, una arquitectura institucional materialmente descentralizada, en la que las Provincias y el Cabildo tenían amplias competencias para decidir los asuntos propios de la vida colonial venezolana. Aunado a lo sostenido anteriormente, sobre dichas instancias territoriales fue estableciéndose el dominio político y económico de los descendientes directos de los primeros pobladores del país, es decir, los blancos criollos.

Por su parte, la Revolución Norteamericana de 1.787 ejerció notable influencia en el proyectista de 1.811. El régimen de descentralización territorial, la separación de poderes, y el régimen presidencial, entre otros aspectos, fueron consideraciones esbozadas por los blancos criollos para definir el régimen político a partir de 1.811.

La Revolución Francesa de 1.789 también incidió en la Constitución de 1.811. Como da a entender Brewer (2.008), la noción de soberanía y la idea de separación de poderes con predominio del Poder Legislativo, tuvo su expresión en el texto de 1.811. De hecho, Simón Bolívar, fervoroso creyente de la centralización política,  en 1.819 critica el texto de 1.811 por lo que respecta al diseño de separación de poderes adoptado en ese entonces.

¿Eran inaplicables los postulados que se derivan de los acontecimientos de Estados Unidos y Francia a la realidad venezolana de 1.811? En lo absoluto. La circunstancias domésticas de aquella época buscaron ser canalizadas con experiencias comparadas, y como bien insinúa Ayala Corao (1.994), aparte de la Monarquía como sistema de gobierno, los blancos criollos de 1.811 tenía principalmente como referencia el modelo norteamericano como forma de gobierno, el cual se procuró su adaptación con la nuestra propia realidad.

Sobre la base de lo anteriormente expuesto, pueden considerar como rasgos fundamentales de la estructura organizativa de la Constitucion de 1.811, los siguientes: a) La forma de Estado federal adoptada (es el pacto federativo de las Provincias de Margarita, Mérida, Cumaná, Barinas, Barcelona, Trujillo y Caracas); b) Un Poder Ejecutivo con competencia en materia militar y seguridad interior, pero con fuerte contrapeso del Poder Legislativo; c) cláusula residual a favor de los Estados confederados (las provincias), en aquellas materias no reservadas al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo; d) y la competencia de los Estados confederados en materia organización administrativa y económica.


LA COLONIA VENEZOLANA: ¿DESCENTRALIZADA?

La formación del territorio venezolano durante la época colonial no fue uniforme. De los aportes de Arraiz Lucca (2.011), Brewer Carías (2.008) y Aveledo (2.005), puede inferirse que la unificación del territorio venezolano para finales del siglo XVIII, tiene como cimientos los siguientes instrumentos jurídicos-administrativos, a saber: a) La creación de la Intendencia del Ejército y Real Hacienda (1.776); b) el establecimiento de Venezuela como Capitanía General (1.777); c) la creación de la Real Audiencia de Caracas (1.786); y d) la creación del Real Consulado de Caracas (1.793)
Igualmente, Arraiz Lucca (2.011) sugiere que para el periodo colonial venezolano, el Intendente, el Gobernador y el Cabildo son las instituciones políticas jurídica que modelaron las relaciones económicas, sociales y políticas de las provincias venezolanas en aquella época.

 El gobernador, por un lado, era el representante del reino español, y en consecuencia, ejercía el poder político y militar en las provincias venezolanas en nombre de éste. En el ejercicio de sus funciones, gozaban de autonomía para dirimir los asuntos políticos, económicos y militares inherentes a la cotidianidad venezolana.

El Intendente, fue una figura producto de las Reformas Borbónicas para la centralización y ordenación de los territorios en América, como bien da a entender Brewer Carías (2.008).  Eran funcionarios designados por el reino español con atribuciones en materia de “hacienda, guerra, policía y justicia”. El surgimiento de esta figura, obviamente, supuso la disminución del poder político y económico que había alcanzado los gobernadores y los cabildos en las provincias venezolanas hasta entonces.

EL cabildo, finalmente, era la instancia a través de las cuales los blancos criollos deliberaban sobre los asuntos políticos y cotidianos de la Venezuela colonial. Esa instancia, por encarnar el poder político y económico de los descendientes directos de los primeros pobladores del territorio venezolano, será fundamental en los sucesos de 1.810, como sugiere Aveledo (2.005).

Los párrafos anteriores tienen como objeto abonar el terreno a la siguiente pregunta: ¿podría considerarse materialmente descentralizada la estructura jurídica-administrativa sobre la cual se conformó el territorio venezolano?

Pienso que sí.

La amplia autonomía con la que los gobernadores obraban en las provincias venezolanas en representación del reino español; la distancia existente entre la monarquía española y los territorios de América; en particular, la poca importancia política y económica que revistió Venezuela para los intereses de España, lo cual permitió el surgimiento de una clase política y económica (los blancos criollos) cuya autoridad era ejercida sin mayores controles de autoridades exteriores, y que además, se encontraban organizados en torno a instancias de deliberación política, como era el Cabildo; son aspectos que pudieran sugerir que, aun cuando la estructura jurídico administrativa de la colonia venezolana tendía a la centralización del poder político y económico en torno al reino español, en el fondo, y por diversas razones, dichas estructuras eran prácticamente descentralizadas respecto de la corona española.

Jaime Eduardo Merrick.

@jaimemerrick

sábado, 26 de abril de 2014

Cláusula EDSDJ y descentralización


CLÁUSULA EDSDJ y DESCENTRALIZACIÓN

 La cláusula de Estado Democrático, Social, de Derecho y Justica (EDSDJ), se encuentra prevista en el artículo 2 de la Constitución venezolana. En ese artículo, el constituyente venezolano previó un catálogo de “valores superiores” aplicables para nuestro ordenamiento jurídico, con el objeto que la acción del Estado tuviera como norte, entre otros aspectos, la participación ciudadana y el desarrollo social en el marco de las leyes de la República.

Igualmente, la cláusula de Estado Democrático, Social, de Derecho y de Justicia (ESDJ) prevista en el citado artículo 2, tiene estrecha vinculación con los artículos 4, 6 constitucionales. Efectivamente, en los mencionados artículos 4 y 6 de la Constitución, no sólo se consagra a la descentralización como forma de organización del Estado, sino también como principio rector de acción gubernativa de la República, los Estados y Municipios.  

En el marco de la cláusula EDSDJ, la descentralización se erige como la materialización del pluralismo político y la participación ciudadana. La elección  y revocabilidad a través del sufragio de los gobiernos estadales y municipales; la autonomía en términos administrativos, fiscales y políticos que gozan los Estados y Municipios, y la existencia de mecanismos de participación para involucrar al ciudadano en la elaboración de políticas públicas estadales y municipales, son uno de los tantos mecanismos de cómo la descentralización concreta la intención del constituyente de venezolano en consolidar el Estado Democrático venezolano.

En un país agobiado por una grave crisis política, social y económica, hablar de la descentralización pareciera resultar un inocuo, irrelevante. No lo es. Se nos olvida que muchas de las reivindicaciones que hoy motivan a las protestas venezolanas, tienen su justificación en el catálogo de derechos fundamentales previsto en el Título I de la Constitución venezolana.

Rescatar el concepto y utilidad de la descentralización para los venezolanos, es una manera de reivindicar al Estado Democrático venezolano. Apostar  por una Administración Pública Nacional  menos paquidérmica en el ejercicio de sus competencias; fortalecer a los Estados a través de competencias exclusivas en materia financiera para que dejen de ser entidades mendigantes del situado constitucional, y devolverle las atribuciones en materia de puertos, aeropuertos, y autopistas; encuadrar los diversos mecanismos de partición ciudadana en el marco de la autonomía municipal, son discusiones y reivindicaciones que también, a su debido momento, deben formar parte del debate político venezolano.

domingo, 6 de abril de 2014

ESCRIBIR PENSANDO EN FUTURO


ESCRIBIR PENSANDO EN FUTURO

Escribir pensando en el futuro de Venezuela parece una tarea utópica. En un país tan convulsionado, quien se dedique a generar opinión pública actualmente tiene un amplio espectro de situaciones de las cuales pueda inspirarse para enviar mensajes de optimismo, de protesta, hablar sobre  política, en contra del gobierno, en fin, mensajes de todo tipo.

Pero creo que hace falta una opinión pública sosegada que hable de futuro; que comience a reivindicar a la Venezuela del desarrollo abordando temas de actualidad. Se trata de dejar constancia histórica que mientras el gobierno se aferra al pasado, existe una sociedad venezolana que desde sus espacios de opinión contribuye a crear una conciencia crítica sobre lo que debería ser nuestro país.

Igualmente, una de las tantas ventajas de escribir pensando en el futuro de Venezuela, es que el ciudadano se vuelve más crítico de su presente, y en consecuencia, sus exigencias, disconformidades y protestas mutan de acuerdo con que lo cree que debe ser el país. Lejos de ser quimérico, escribir pensando en el futuro es un acto de sinceridad y de profunda convicciones.

Asimismo, ante la asombrosa y dramática desconexión entre la oposición y el pueblo venezolano, escribir pensando en futuro pudiera significar el surgimiento de una nueva dirigencia política que consciente de los problemas cotidianos del venezolano, ofrezca al país soluciones despolarizadas que construyan esa gran unidad social que ahora mismo necesitamos.   

En concordancia con lo expuesto, actualmente me encuentro terminando la especialización de Derecho Administrativo en la Universidad Católica Andrés Bello. El tema que he escogido para desarrollar el trabajo especial de grado exigido por la UCAB, está vinculado con la descentralización en Venezuela y el Consejo Federal de Gobierno en la Constitución vigente.

De manera que mis próximos artículos los dedicaré los dedicaré a ofrecer, en primer lugar, una visión panorámica sobre la evolución histórica de la descentralización conforme a nuestros ordenamientos constitucionales; posteriormente, escribiré artículos vinculados con el Consejo Federal de Gobierno previsto en la Constitución vigente; y finalmente, escribiré sobre las llamadas Leyes del Poder Popular y su vinculación con la descentralización y  el Consejo Federal de Gobierno.

Serán muchos artículos pensados en futuro.

Una vez leí la siguiente frase “la esperanza son los sueños de los hombre que aun viven…”

Escribir pensando en futuro también es un acto de esperanza…por el país que queremos.

sábado, 29 de marzo de 2014



¿PROTESTAS HISTÓRICAS O CIRCUNSTANCIALES?

“Asimilar el pasado es tanto como saberse parte de un proceso que viene de atrás, y proceder, en consecuencia, con el carácter y la fisonomía que ha surgido como determinante del grupo”. La cita corresponde a Mario Briceño Iragorri en su ensayo Mensaje sin Destino (1.950). Ese ensayo, en general, tiene una vigencia social y política en nuestro país sin precedentes. Y hoy más que en ningún momento de nuestra historia, cuando después de dos meses de protesta y más de treinta fallecidos, el desánimo y el cansancio pareciera hacer mella en nosotros.

Sobre las protestas iniciadas el pasado mes de febrero, hay que ser enfáticos: Es necesaria su continuidad y permanencia. Por la ascendente cifra de fallecidos, por las miles de detenciones, las violaciones de derechos humanos, la represión indiscriminada, y principalmente, porque nuestra lucha es noble, reivindicativa e histórica.

No obstante, para que las protestas devengan en un gran cambio social y político, debemos circunscribirlas en perspectiva histórica, y ello supone un gran reto para la sociedad venezolana y quienes hacemos vida en ella. Se trata de asimilarnos, hoy, en el 2.014, como parte de ese “proceso que viene de atrás”, al cual hace alusión la cita aludida en este artículo.    

En el orden de ideas antes expuesto, las protestas como parte una lucha histórica implica entonces un cambio sustancial en su práctica, destacando los siguientes aspectos:

1. Deben ser socialmente más inclusivas. No es la lucha de los estudiantes ni de la clase media, sino la de toda una sociedad por temas tangibles, cotidianos. Ello supone, una actitud ciudadana que se deslastre definitivamente de “maburro”, “vete ya”, o “el que no estudie será chofer”, por ejemplo. Las protestas, a partir de ahora,  deben tener un contenido basado en las carencias cotidianas de nosotros, y además, acompañado con un mensaje que permee en todos los sectores sociales.

2. Sobre la forma de las protestas. No pueden reducirse a las barricadas. La inseguridad, la inflación, el aumento de los alimentos, la corrupción, ofrecen un nicho invaluable sobre el cual debemos ejercer formas creativas de protestas. Las busetas, el metro, las colas de los mercados, son en esos espacios en la que las protestas pueden ejercer un gran impacto social. Y siempre teniendo como norte que toda protesta debe ser inclusiva, que inviten a la reflexión, la crítica, que sean expresión de nuestras carencias cotidianas.

3. Sobre el rol de los partidos políticos. Hoy más que nunca reivindicamos su rol histórico, pero ello implica que ellos entienda sus circunstancias. Es inadmisible que hoy tengamos partidos para hacer convocatorias en la avenida Francisco de Miranda y declaraciones tibias en la prensa. Ahí no está el país social al cual queremos involucrar. Venezuela se encuentra en el barrio, en las busetas, en el metro, en las colas de los supermercados; y es ahí en donde debe dirigirse la acción política de nuestros partidos políticos.

Nuestra lucha es histórica o circunstancial.

Dependerá de cómo la asumamos.

jueves, 20 de marzo de 2014

UNA EXIGENCIA A LOS PARTIDOS POLITICOS

Los Partidos Políticos son las instancias por excelencia para la expresión y exigencia de reivindicaciones sociales, representan la pluralidad de pensamiento, promueven el diálogo entre los distintos sectores sociales y funcionan como conectores entre la sociedad y el Gobierno.

En Venezuela, pese a nuestra historia militarista, los Partidos Políticos han ejercido una labor fundamental en la construcción de la democracia. Durante la primera mitad del siglo XX, y operando desde la clandestinidad, fueron los artífices del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, denunciaron los excesos del régimen y se encargaron de canalizar el descontento popular y convertirlo en acciones concretas que culminaron en la instauración del sistema democrático de gobierno.

Actualmente, Venezuela atraviesa una profunda crisis social económica y política. Durante el último año los venezolanos hemos visto cómo los anaqueles se quedan sin comida, hemos sentido el impacto de la inflación en nuestros bolsillos, hemos sido víctimas directas de la inseguridad, hemos sido testigos la manipulación de los poderes públicos por parte del Presidente de la República.

Adicionalmente, en los últimos días las protestas sociales han dejado un saldo de 30 venezolanos fallecidos, más de 1.100 detenciones y al menos 25 casos documentados por violaciones de derechos humanos por parte de los órganos de seguridad del Estado venezolano. Criminalización de la protesta, detenciones arbitrarias, abusos, tortura, empleo excesivo de la fuerza, han mostrado la verdadera cara del Gobierno Nacional.

Consideramos realmente preocupante que, pese a la grave situación que atraviesa Venezuela, los Partidos Políticos no están cumpliendo el rol histórico que están llamados a desempeñar en la difícil crisis social, política y económica que vive nuestro país.
En las circunstancias actuales creemos que no es suficiente que los Partidos se limiten a hacer declaraciones oficiales en los medios de comunicación, ni a convocar a marchas los fines de semana. Los Partidos Políticos no pueden conformarse con ser simples espectadores de las protestas convocadas por los diversos sectores de la sociedad.

Hoy, los venezolanos les exigimos a los Partidos Políticos que asuman decididamente la lucha social y política para el rescate de la democracia venezolana. Les exigimos que lleven los mensajes de protesta a todos los rincones de Venezuela, que sean los verdaderos canalizadores de la protesta social, que difundan sus propuestas, que lleguen a esos venezolanos que son víctimas de la intimidación gubernamental y que hoy no protestan por miedo a represalias.

Los Partidos Políticos no deben limitarse a aparecer en las campañas electorales, su labor es continua y prolongada en el tiempo, por lo cual exigimos que desplieguen toda su maquinaria de militantes y voluntarios que normalmente usan para buscar votos en los comicios electorales, con el fin de cumplir su obligación histórica de acompañar y defender a los venezolanos en su lucha por la democracia.

Con estas exigencias, lejos de promover la llamada “antipolítica” o el llamado “antipartidismo”, buscamos rescatar la verdadera razón de ser de los Partidos Políticos, y lo hacemos pues consideramos que manteniendo una postura indiferente frente a la situación actual, los mismos Partidos están desvirtuando su función y su significado.¡Es su momento de reivindicarse con Venezuela!

Por estas razones es que hacemos un llamado a los dirigentes y militantes de los Partidos Políticos a que sean los canalizadores y difusores de las protestas en consejos comunales, cooperativas, sindicatos, estudiantes, gremios, en fin que lleven a todo el pueblo venezolano la protesta social y la acción política como la vía necesaria para el rescate de nuestra democracia.


@protestayaccion

domingo, 2 de marzo de 2014

INSTITUCIONES Y DIÁLOGO.


Hoy más que nunca, el valor de las instituciones como pilar fundamental del desarrollo y el diálogo cobra importancia en Venezuela. Y no es porque en Venezuela existan instituciones sólidas y confiables, sino porque justamente ese es uno de los tantos motivos por los cuales nuestro país mantiene los alarmantes niveles de conflictividad social. Basta con estudiar nuestra historia (incluyendo la colonial) para darse cuenta que las instituciones como instancias para dirimir conflictos sociales, han estado ausentes para el venezolano.
Recientemente, el gobierno nacional hizo una invitación a la llamada “Conferencia por la Paz”. A ella asistieron empresarios, diputados, alcaldes, gobernadores y distintos representantes de la sociedad venezolana. Todos hablaron en un ambiente de… cordialidad, crítica constructiva, de saludos protocolares, reflexiones televisadas. Realmente, parecía genuino. El objeto: abrir el diálogo entre los distintos sectores de la sociedad.

Ahora bien, así como la protesta es el instrumento de lucha democrática por excelencia, por su parte, el diálogo es el medio  indiscutible que emplean las sociedades para procurar entendimiento frente a visiones divergentes. Usualmente, el diálogo requiere de interlocutores válidos para que las partes antagónicas superen sus diferencias o alcancen acuerdos consensuados, cuyo rol, comúnmente, es ejercido por las instituciones. La iglesia, las universidades, los poderes públicos son ejemplo de instancias institucionales facilitadoras de acuerdos.

En las actuales circunstancias de efervescencia social, ¿Cuál sería esa instancia institucional capaz de propiciar entendimiento entre el gobierno y la oposición? ¿Los poderes públicos? ¿Los mismos que son responsables de la impunidad, los altos índices delictivos, la corrupción, los abusos policiales, las violaciones de derechos humanos, fraude electoral? No hay diálogo sincero cuando los promotores del diálogo son la causa y consecuencia del desmembramiento institucional del país. Hay que ser enfáticos: no es posible el diálogo con Rodriguez Torres, Ortega Diaz, Iris Valera, Diosdado Cabello. No puede hablarse de la soga en casa del ahorcado.

¿La iglesia, las universidades? ¿Las mismas instituciones que el gobierno ha vilipendiado para justificar sus desaciertos y su discurso de división social? Han sido numerosos los improperios que el gobierno le ha dedicado a la Conferencia Episcopal, y mucho “gas del bueno” han recibido las universidades, para creer  que el gobierno reconocerá a esas instancias como medios facilitadores de acuerdos.


Hoy, cuando Venezuela clama por diálogo, pareciera no haber espacios institucionales para su desarrollo. Ya sea porque arrastramos la desgracia histórica del personalismo, o porque el gobierno se ha encargado generar un discurso cargado de odio y división, lo cierto es que Venezuela requiere de instituciones para el diálogo, la fraternidad y la unión.


sábado, 22 de febrero de 2014

¡PROTESTA CON PROPUESTA!

Son muchos los motivos que nos obligan a salir para la calle. Inseguridad, inflación, desabastecimiento, corrupción, estudiantes detenidos, violaciones de derechos humanos, hastío. Pero lamentablemente no hemos sido capaces de amalgamarlas en un discurso coherente. Ahí radica el asombroso drama de la oposición. Y al carecer de un discurso, se pierde conexión social.

Hace falta, pues, que la protesta se nutra de contenido social, tenga un fin, sea reivindicativa.
No podemos sentirnos orgullosos de ir a la calle y quemar cauchos, causar daños a locales y recibir bombas lacrimógenas. E incluso, si de protesta pacífica se trata, no puede causarnos alegría que nuestras marchas sean típicamente clase media y con consignas dispersas que en ocasiones rayan en lo banal y fatuo.
Los párrafos anteriores solo persiguen ser una crítica constructiva frente a los hechos de violencia que han sucedido en las últimas semanas. Hay que dejar a un lado la visceralidad irracional que nos ha caracterizado como sociedad, y asumir de ahora en adelante, a la protesta como medio para unir a ese país que pareciera estar dividido en dos grandes toletes, no obstante padecer los mismos problemas.

Es por eso, un grupo de jóvenes hemos decidir rescatar el valor de la protesta como instrumento de lucha democrática, pero entendiéndola con objetivos claros y precisos. Se trata de reivindicar a la protesta como vehículo para rescatar el valor de las instituciones en el país, denunciar la corrupción, exigir más seguridad, repudiar la división social, clamar por más justicia.

Para ello, existen más de cien métodos de lucha no violenta que nos permiten ofrecer mensajes con contenido social a ese “otro gran país”. Mítines, concentraciones, panfleteos, pancartas, boicots, no cooperación, mensajes simbólicos, grafitis. Si a estos métodos de lucha los  empleamos en un país donde existen tantas carencias y descontento, los resultados pudieran ser asombrosos.

Yo no fui líder estudiantil, pero sí fue parte de esa generación jóvenes que en el 2.007 para luchar contra la reforma constitucional fue a los barrios, al metro, a las colas, a las busetas, en fin, hicimos y fuimos a donde fue necesario, con los más diversos métodos para impedir que la propuesta de reforma constitucional se aprobara…y lo logramos.  Realmente es absurdo reducirnos a quemar cauchos en Altamira y trancar la autopista Prados del Este si esas acciones no las complementamos con un discurso llano y socialmente incluyente; es como si escupiéramos para arriba.

En este momento hay fallecidos y centenares de heridos. El país requiere mucha racionalidad con las protestas, y frente a las restricciones que ha impuesto este gobierno, se hace necesario ser creativos y hacer de la protesta un mecanismo esperanzador para los cambios sociales.
¡Protesta con propuesta!

Contáctanos con la etiqueta en twitter #protestaconprouesta
Jaime Eduardo Merrick.

@jaimemerrick

sábado, 25 de enero de 2014


QUÉ ES LA DEMOCRACIA PARA NOSOTROS?

En reportaje de fecha 22 de enero, el diario de circulación nacional El Universal cita el Informe del año 2014 de la organización de derechos humanos Human Rights Watch. En dicho Informe, Venezuela aparece catalogadas entre las "democracias ficticias", motivado a la ausencia de poderes públicos independientes, ventajismo electoral, la ausencia de estado de derecho y la violación sistemática de derechos humanos.

Incluso para el lector escéptico que no cree en las organizaciones de derechos humanos porque se aferra al liderazgo de alguien que ya no existe, el debate es pertinente para plantear la siguiente interrogante, ¿Qué es la democracia para el venezolano del 2.014?

¿Cuáles son las causas que nos impiden construir un discurso político sobre el Estado de Derecho, el fortalecimiento institucional, la independencia de poderes públicos?

Por el contrario, ¿por qué el mesianismo, la demagogia y el populismo han sido columna vertebral de nuestra historia? (por cierto, cada vez menos republicana).

¿Sabemos realmente qué es el Estado de Derecho?

¿Por qué no valoramos la independencia de nuestros poderes públicos?
Como venezolanos, ¿sabemos qué son los derechos humanos? ¿Por qué no los defendemos? ¿Por qué permitimos su violación sistemática?
¿Sabemos qué son las instituciones, y cómo se vinculan con el desarrollo?
¿Qué es para nosotros la democracia? ¿Mercal? ¿Cadivi a 6,30 y mi cupo de 400 dólares? ¿Es únicamente elecciones? Y ¿dónde queda el ventajismo electoral?

¿Y la libertad de expresión?

Si como sociedad no hemos podido amalgamar un discurso político sobre nuestras carencias más básicas (papel higiénico, leche, inseguridad, desabastecimiento, impunidad), imagínense lo complicado que debe ser hablar a la sociedad venezolana –de cualquier sector- de Estado de Derecho o independencia de poderes públicos.

Involucrados en esta dinámica política tan dañina, socialmente hemos perdidos esos valores que cimientan el desarrollo de los países, y en cambio, nos adentramos en la dinámica de la subsistencia del presente. Y así, los jóvenes venezolanos, por ejemplo, nos hemos convertido en una generación que sobrevive al presente. Nuestra cotidianidad y sus carencias nos impiden pensar en futuro...  y nos acostumbramos.

Ojalá las preguntas antes planteadas formen parte de un discurso político a largo plazo que asuma y entienda el valor de las instituciones como instrumentos de desarrollo.


Mientras eso sucede, sigamos en la expectativa de cuándo activarán el cupo Cadivi/Sicad para "raspar" la tarjeta de crédito, y hagamos las respectivas colas para buscar papel toilette.

domingo, 19 de enero de 2014



LENGUAJE Y FORMAS DEL DESARROLLO


Si algo ha entendido muy bien este gobierno, es el empleo de los símbolos y del lenguaje para hacer sustentar su proyecto político. El menoscabo sistemático de la independencia de los poderes públicos; la descalificación hacia la oposición; la política económica de control estatal; las llamadas Leyes del Poder Popular; la política gubernativa a través de las Misiones; los mensajes hacia la Fuerza Armada Nacional;  en fin, detrás de la intervención del gobierno en tantas áreas, hay un lenguaje político empleado para justificar todas esas arbitrariedades.

Las miserias más bajas del venezolano han sido usadas ampliamente por el gobierno a su favor, convirtiéndolas en un discurso cargado resentimiento y división social. Es imposible desligar tantos abusos sin analizar el discurso justificativo de estos y cómo ha calado en nuestro ideario colectivo.

Sustentado sobre los párrafos precedentes, socialmente hemos asumido –con naturalidad o no- el lenguaje del “apátrida”, del “escuálido”, de la “burguesía parasitaria”, del “masburro”, del “chavista de….”, de lo “bolivariano”, del “imperio”, del “nocaut fulminante”…y así, otros tantos epítetos.

Hoy estamos ante un momento de cambio en Venezuela. De eso no hay duda. Y uno de los tantos retos que enfrentamos aquellos que deseamos un país verdaderamente distinto, es precisamente, transformar y crear un nuevo lenguaje político. Es imposible entender el desarrollo en Venezuela si no transita por un discurso gubernativo que fomente la institucionalidad, el respeto de la ley, el sosiego, el entendimiento, la conciliación, el diálogo. Es decir, al igual que el subdesarrollo, el desarrollo tiene su lenguaje y sus formas.

Las próximas generaciones tenemos y tendremos que lidiar con un lenguaje oficial altamente conflictivo, pero que progresivamente debe ser transformado por uno más positivo. Tarde o temprano, cuando esta generación o las próximas asuman el poder político, la acción gubernativa debe estar acompañada de un lenguaje sencillo, neutral y lo más inclusivo posible.

El lenguaje del subdesarrollo habla de culpables, resentimientos, se aferra a un pasado cada vez más lejano; actúa por la fuerza, divide, ofende, excluye. El desarrollo, en cambio, habla en conjunto, piensa en futuro, actúa, concilia, media, entiende, tolera, incluye.

El lenguaje del desarrollo no convence de buenas a primeras a las sociedades impacientes como la nuestra; no es el tentador discurso de la inmediatez populista en busca de culpables y responsables. Al igual que la paciencia, el desarrollo es un árbol de raíces amargas pero de frutos muy dulces.


…el desarrollo tiene su lenguaje y sus formas.