sábado, 27 de junio de 2015


CON POLÍTICA, SIN REVANCHISMOS
Se había ido. Huyó en un avión oficial bien entrada la noche, y la premura sólo le permitió hacer una maleta con algunos billetes y objetos de valor. Era el inicio de una nueva etapa en nuestro país. A partir de ahora, los inquilinos de Miraflores no serían héroes a caballos ataviados con charreteras y soles. Ahora la conducción del país recaería sobre los civiles.
Socialmente, era un país completamente atrasado. Caracas se ufanaba de la avenida Bolívar, el Hotel Humboldt y el Circulo Militar, pero el resto del país era se encontraba en el más absoluto subdesarrollo.
La firma del Pacto de Puntofijo sucedió en un país que no conocía ni entendía de consensos, pluralidad, separación de poderes; el poder político era ejercido de forma absoluta y sin contrapesos; los cuarteles todavía se sentían herederos del poder en Venezuela. Por si fuera poco, los responsables de ese acuerdo de gobernabilidad tenían muy presentes las torturas, el exilio y los desmanes de la dictadura militar. Muchos murieron torturados, y muchos otros vivieron en el exilio en condiciones de pobreza.
http://www.abcdelasemana.com
Pudieron haber sido revanchistas, sectarios, pero no fue así. La experiencia de 1945 hizo entender a Betancourt y Caldera que la democracia no es sectaria y que tampoco podían actuar con revanchismos. Era la hora de la Política.
Justicia y revanchismo.
Recientemente, Henrique Capriles afirmó que el país necesita justicia, pero no revanchismo. Quizá la declaración pasa desapercibida frente a los numerosos problemas que enfrentamos actualmente. El hartazgo es generalizado; la indolencia del gobierno da asco; es vergonzosa la corrupción; y la persecución a la oposición resiente a quienes en algún momento asumirán el poder político en Venezuela.
Nosotros, el país indignado, asqueado, harto, debemos entender que la democracia y el desarrollo no se sustentan sobre la base del resentimiento y el revanchismo. Para salir adelante, Venezuela requiere acuerdos de gobernabilidad en el que los actores políticos y sociales se reconozcan entre sí. Y la oposición, que algún día asumirá el poder en Venezuela – porque tarde o temprano así será-, deberá actuar haciendo Política. Con justicia, pero sin revanchismo.
En su momento, Rómulo Betancourt entendió perfectamente que para materializar el incipiente proyecto democrático era necesario reconocer al estamento militar como parte esencial de la estabilidad democrática, y aun así, exigió la extradición y enjuiciamiento de Perez Jiménez por los delitos que cometió durante su dictadura, así como también fueron juzgados los responsables del atentado en contra del recién electo Presidente de la República.
Las próximas elecciones legislativas no es la oportunidad para que la oposición “pase facturas” ni actúe con revanchismos, todo lo contrario: es la oportunidad para hacer Política; exigir justicia por tantos desmanes; crear acuerdos de gobernabilidad ante un país dividido; es la instancia perfecta para recordarnos el valor de la democracia.
Con Política, sin revanchismos.
Jaime Merrick
@jaimemerrick

martes, 16 de junio de 2015

¿DESCENTRALIZACIÓN?
El pasado 3 de junio, en Gaceta Oficial número 6.184 Extraordinario se publicaron las reformas parciales de la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública y la Ley de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas (CEPCPP).
En cuanto a la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública (CLPP), las modificaciones residieron en las funciones de los CLPP (artículo 6); la elección de sus miembros (artículo 7); y la responsabilidad del Alcalde por la no instalación del CLPP (artículos 29 y 30).
Por su parte, las modificaciones en la Ley de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas sucedieron por lo que respecta a los integrantes del CEPCPP (artículo 8); sus competencias (artículo 10); y se agregan dos nuevos artículos referidos a la Sala Técnica como parte integrante del CEPCPP (artículos 16 y 17).
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De acuerdo con la Constitución venezolana el Consejo Federal de Gobierno, los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, y los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas, son instancias para el diseño, coordinación, planificación y ejecución de políticas públicas en distintos niveles de gobierno. Además, cada una de estas instancias  se presentan como instrumentos que buscan, por un lado, una mayor participación del ciudadano en los asuntos públicos; y por el otro, promover y desarrollar la descentralización de competencias desde el Poder Nacional hacia los Estados y Municipios.
Ahora, a partir de la reforma parcial en la Ley de los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas y en la Ley de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, es importante hacerse la siguiente pregunta: El Consejo Federal de Gobierno, los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, y los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas ¿Han contribuido con la descentralización en Venezuela? ¿De qué manera esas instancias involucran al ciudadano en los asuntos públicos?
Basta una simple lectura de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno, la Ley de Reforma Parcial de los Consejos Locales de Planificación Públicas y la Ley de Reforma Parcial de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, para darse cuenta que: a) Ninguna de esas instancias  han contribuido con la descentralización en Venezuela; b) su organización interna favorece al centralismo; y c) Son estructuras altamente excluyentes, entre otras razones, porque la participación del ciudadano en estas instancias  sucede en la medida que éste comparte “valores socialistas”, de manera que, por argumento en contrario, quien no comparta estos valores, pues sencillamente no podrá insertarse en estas estructuras.
La intención del legislador es clara: La descentralización debe ser una política nacional, y atendiendo a ese espíritu, fueron concebidas las instancias del Consejo Federal Gobierno, los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas y los Consejos Estadales de Planificación Coordinación de Políticas Públicas. Actualmente, esas instancias son estructuras que favorecen al centralismo en detrimentos de nuestros gobiernos  regionales y locales.

sábado, 13 de junio de 2015

Institutional message to my country
When we say Venezuela is a country without institutions... what do we mean? What are "political institutions"? Which are their defining features? I'll try to briefly answer these questions.
There a many characteristics that describe institutions. However, there are three aspects that must be highlighted.  Firstly, institutions involve a sense of antiquity and of belonging. They can't be built overnight and they're not a result of an outburst of political hysteria. No. Institutions aren't born being institutions. Only time and importance of social facts determine their status.
Secondly, institutions are the result of joint efforts. They are a organization of people. A single person can not build an institution on their own. Their emergence entails the joint goodwill of a society so they can transcend and be respected over the years. Institutions are contrary to adulation, caudillismo, personalism, demagogy.
Thirdly, institutions are persistent in their roles and functions. They aren't intermittent. It is rather their continuity what makes them transcend over time. Whether public or private, institutions are characterized by their long-lasting work.
Now, we define political institutions as bodies and entities that compose part of the State's organizational structure. I repeat, bodies and entities that, besides having constitutional and legal provision, must meet the requirements we mentioned earlier.
During the 19th century we had public powers, that's true. But, did they have the hierarchy to hold the caudillo’s despotic desires? Could they punish Monagas on January, 1848 for the attack on the Congress?  Of course not.  And that's how the 19th century passed: men over institutions.
It was on the second half of the 20th century when Venezuela was aware, although very briefly, of the value of institutions.  Even though the 60's and 70's were periods of institutional stability and development, in historical terms that represents the blink of an eye if we compare them with the tradition of caudillos and demagogy our country carries.
Nowadays it is evident why we question our public power's institutionalism. They're simply submitted to the will of not just a man, but of corruption, misery, hatred; today, they are public powers sold to the Executive Power. Is there a lawyer who dares to admire a Supreme Court of Justice's decision because of its adherence to Rule of Law?  Who can trust the National Guard?  Who has the stomach to recognize the legislative work done by the National Assembly with deputies like Pedro Carreño, Robert Serra, Diosdado Cabello?
Today it worries me that Venezuela is a society with citizens who have no idea of what a country with institutions is.
Let's remember: History rewards those societies that progress and get better, but also makes those societies that get used to the lack of institutions pay.
Language and forms of development
There's something this government has understood really well: the use of symbols and language to support its political project. The systematic damage to public power's independence; the insults to the opposition; the economic policy of State control; the so-called laws of the people's power; government policy through missions; the messages to the national armed forces; in brief, behind government intervention in so many areas, there´s a political language used to justify all the arbitrary acts.
The Venezuelan greatest miseries have been widely used by the government in its favor and turned into a discourse full of resentment and social division. It's impossible to disentangle all the abuses from the discourse that justifies them and how it has permeated our collective ideals.
Something that proofs this is that we, as a society, have adopted –naturally or not– words like "stateless", "emaciated", "parasitic bourgeoisie", "Masburro", "chavistas full of s...", "bolivarian", "empire", "fulminant knockout"... and so on.
Today we face a turning point in Venezuela. There's no doubt about it. And one of the many challenges we, the ones that want a truly different country, must face is precisely to transform and create a new political language. It is impossible to understand Venezuelan development without promoting a governmental discourse which encourages institutionalism, respect for the law, composure, understanding, conciliation and dialogue. In other words: just like underdevelopment, development also has its language and forms.
Our generation has to and will face a highly troubled discourse, which has to be transformed into a positive one. Sooner or later, when this generation or the next ones take the political power, governmental action must be accompanied by a plain, neutral and inclusive language.
The underdevelopment language speaks of guilt and resentment; it holds onto a distant past; it acts with violence, divides, offends, excludes. Development, on the other hand, speaks of a whole, thinks about the future, it takes action, reconciles, tolerates, includes.
The language of development doesn't convince impatient societies like our so easily; it is not the tempting discourse of populist immediacy that points out those guilty and responsible. Just like patience: development is a tree of bitter roots and really sweet fruits.
...development has its language and forms.

Oil and underdevelopment
In 1922 it was the blowout of the Barroso No. 2 oil well in Cabimas, Zulia. Crude oil came out of the underground during nine days, nonstop. This event showed the world our energy potential.  From that moment on, the black gold or devil's excrement —depending on your opinion about the role oil plays in Venezuela— turned into the backbone of social, political and economical issues in our country.
In 1939 the North American writer Clarence Horn wrote an article about the political and social situation in Venezuela. Seventeen years after the Barroso No. 2 well's blowout, Horn wonder where did the oil incomes go: where were the routes, the infrastructure works, the hospitals, the social security system; and why, by the year 1939, the working class was still living in houses made out of bahareque and moriche palms roofs, while they suffered from syphilis, leprosy and malaria. The North American writer didn't hesitate to give an answer to his own questions:  Those incomes went to Juan Vicente Gomez's and his supporters' pockets (taken from Venezuela Política y Petróleo, written by the former president Romulo Betancourt in 1967).
Now, in 2015, we feel the same way Horn felt: indignant because of how oil benefited just a few during Gomez's dictatorship; but more than indignant we feel disgusted. After all that oil Venezuela is an example of how to invest the State's income to weaken its institutions and impoverish its citizens. Our country depends on what others produce, the agriculture is abandoned, the industrial sector is paralyzed; poor salaries, a health system lacking supplies and infrastructure, uncompetitive education, a high crime rate and our institutions are considered to be the most corrupt in Latin America and among the less transparent in the world (according to Transparency International).
But... where did oil incomes go in these past 16 years? Those incomes are now in the pockets of the ones who speak about socialism and homeland, in fictitious projects, phantom companies, bribes and loyalties, imports with surcharge, embezzlement and official extravagance, secret bank accounts.  According to the Central Bank of Venezuela, Venezuela has received more than 500.000 million dollars from oil revenues. And, according to former Finance Minister Jorge Giordani, due to corruption in Venezuela there was a leakage of 25000 million dollars, at least.
That amount could have been turned into highways, schools, hospitals, big infrastructure works, modernization of public administration and its institutions,  enhancement of decentralization... but none of that happened and now we're a deeply backward country.
Maybe our political class hasn't understood that oil is supposed to contribute to our development instead of being an instrument to drive us to underdevelopment.


lunes, 8 de junio de 2015

LA DESCENTRALIZACIÓN COMO PROYECTO POLÍTICO
Nos olvidamos que somos un Estado federal descentralizado. En la histeria política que vivimos actualmente, la forma de cómo se organiza el Estado y su incidencia la vida social política y económica de nuestro país, ha cedido espacio frente a temas más “comestibles”. Tomando en cuenta la posible realización de elecciones parlamentarias para finales de este año, y además, el atraso generalizado de nuestro país en todos los ámbitos, es comprensible que la oferta electoral de la oposición esté centrada en los temas que más nos afectan: la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, etcétera.
Y una vez que se haya recuperado la Asamblea Nacional, los problemas del país seguirán ahí: la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, y además, habrá tensión política, negociaciones, acuerdos. Y así como muchos otros temas importantes pero “de intelectuales” universitarios, la discusión sobre la estructura organizativa del Estado venezolano volverá a quedar relegada.
¿Qué dirán nuestros parlamentarios cuando tengan que hablar en la Asamblea Nacional sobre las Leyes del Poder Popular? ¿Qué dirán cuando tengan que decidir sobre créditos adicionales para el Ministerio de la Comuna? ¿Qué dirán sobre la burocracia administrativa del Poder Ejecutivo Nacional y las estructuras político territoriales dependientes de él? Cuando el Presidente Maduro presente la memoria y cuenta ante el hemiciclo legislativo en el 2016 ¿Quién lo increpará -más allá de verborrea política-, con un discurso político de altura que reivindique a los Estados y Municipios?
La descentralización prevista en nuestro texto constitucional va más allá de la simple enunciación de cómo se organiza el Estado venezolano. Entre otros cometidos, la descentralización busca hacer más eficiente la burocracia administrativa, fomenta la participación ciudadana y procura el desarrollo armónico del Estado en su nivel nacional, regional y local. No hay duda: la descentralización consagrada en nuestro texto constitucional es un proyecto político; es el anhelo del constituyente por un Estado más eficiente y participativo en todos sus ámbitos.
Para bien o para mal, el PSUV tiene su proyecto político. Ineficiente, corrupto, burocrático, inoperante, pero lo tienen y en ese sentido han tratado de avanzar. La MUD, por su parte, ya sea por la pluralidad de partidos políticos que hacen vida en ella, o bien por sus diferencias internas, lo cierto es que no es posible distinguir una visión de Estado. Incluso, en las declaraciones de los dirigentes de la MUD es muy difícil apreciar una visión de país. Es cierto, hablan de la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, pero a muy pocos los he visto hablar de un proyecto político.
Yo creo en la descentralización como proyecto político. Ojalá que cuando se recupere la Asamblea Nacional se acuerden del artículo 4 constitucional. Los dejaría muy bien parados.
Jaime Merrick
@jaimemerrick