domingo, 27 de octubre de 2013

EL PLEBISCITO DE CAPRILES.


El pasado lunes 21 de octubre, Henrique Capriles dijo en una Asamblea de ciudadanos en Caracas que las próximas del 8D debían convertirse en un plebiscito (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/131021/capriles-el-8d-debe-convertirse-en-un-plebiscito).

 Pero ¿Qué es un plebiscito? ¿Por qué Capriles dijo eso?

Usualmente se emplea el plebiscito para aludir al voto popular de aprobación o rechazo, que generalmente recae sobre aspectos vinculados, a actos políticos o decisiones tomadas por el gobernante.

Venezuela viene de atravesar unas elecciones presidenciales de resultados cuestionables y cuyo margen de “victoria” a favor de Maduro fue muy estrecho. De manera que, después del 16 de abril quedan en pugna dos modelos de liderazgo que buscan terminar de consolidarse. Y son las elecciones municipales el evento electoral que permitirán a Capriles como a Muduro medir el impacto de su liderazgo en la política venezolana.

En el caso de Capriles, cuando dijo que estas elecciones debían convertirse en un plebiscito, lo hizo en referencia a Nicolás Maduro. Es decir, que la votación en los municipios este 8D, sea el reflejo de un descontento nacional caracterizado por una corrupción  gubernamental descarada, altas cifras de criminalidad y una grave crisis económica, cuyo responsable directo es Nicolas Maduro.

Sin embargo, las venideras elecciones también significan un plebiscito para Henrique Capriles. No ganar las alcaldías previstas por la MUD (aproximadamente entre 100 y 120), y una baja participación de la oposición, son factores que pondrían en duda su liderazgo en lo interno de la oposición. Debe tenerse presente que históricamente las elecciones municipales están marcadas por cifras de regular participación, que sumado al complejo y poco motivador panorama que vive el país actualmente, podrían terminar generando resultados pocos satisfactorios para la MUD.

Ahora, considerando la tradición personalista de nuestro país ¿Es gratificante ver a Capriles recorriendo a Venezuela sirviendo de portaaviones? En lo absoluto. Precisamente, verlo levantarle la mano a cualquier cantidad de candidatos a Alcaldes, me hace recordar al propio Chávez años atrás. Al final (con sus abismales diferencias), se trata de un liderazgo que trata de ser endosado a otra persona.

Sobre la base de la pregunta anterior ¿Hubiese tenido Capriles otra alternativa? Simplemente no. Es decir, habiéndose erigido como una figura nacional en la política venezolana, naturalmente, ahora trata de consolidar su estatus de líder en cada evento o suceso político de envergadura nacional para nuestro país.

No estoy de acuerdo con el carácter plebiscitario que tienen las elecciones municipales del 8D por dos razones muy sencillas: La primera de ellas, su carácter personalista. Y en segundo lugar, el carácter plebiscitario de estas elecciones, lejos de fortalecer a los liderazgos locales, los disminuye, los ensombrece, los reduce a una mano levantada y a una foto en la valla de una autopista, a la foto retocada en una computadora, a una propuesta vacía que aboga por el “cambio” o por el “trabuco del progreso”.
Pero no hay duda, el 8D serán unas elecciones plebiscitarias.


… Y también será el plebiscito de Capriles.

domingo, 13 de octubre de 2013

APROXIMACIÓN A LA DESCENTRALIZACIÓN

Escribir este artículo no fue fácil. En lo absoluto.

Quizá estas líneas debieron estar dedicadas a lo acontecido en la Asamblea Nacional el pasado martes 9 de octubre, y expresar mi más profundo repudio a ese modelo de hacer política que se personifica en las cabezas del Ejecutivo y Legislativo de la República; ellos, que son la humanización de la decadencia ciudadana usurpando (literalmente) cargos públicos; los rostros de la descomposición institucional en Venezuela. Debí escribir sobre ellos  y lo que significan en términos éticos para el país.

No fue fácil, pero lo hice…

Por el contrario, creo que es una labor infinitamente más positiva, hurgar en nuestra historia sobre aquellos aspectos que nos dan “densidad histórica”, como diría Mario Briceño Iragorri.

Es por ello que continuaré escribiendo –al igual que mis dos artículos anteriores-, sobre la descentralización en términos históricos para Venezuela.

En el artículo anterior di una aproximación, entre otros aspectos, del porqué de esa discusión entre lo federal y lo central, mencioné cuales fueron los textos constitucionales que en el siglo XIX se aproximaban a un modelo centralizado o  descentralizado de organización estatal, e insinué algunas causas que motivaron al fracaso de las banderas federales y centrales en aquella centuria.

Ahora bien, para finales del siglo XIX, y con los textos constitucionales de 1874 y 1.881 promovidos por Guzman Blanco, se inicia la consolidación definitiva de la centralización del poder político en Venezuela.

Así las cosas, Venezuela inicia el siglo XX con la recién sancionada Constitución de 1.901, decretada por Cipriano Castro. Al texto constitucional de 1.901, sucedieron las reformas de 1.904, 1.909, 1.914, 1.922, 1.925, 1.928, 1.929 y 1.931, todas ellas durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. En esas primeras tres décadas del siglo XX, el proceso de centralización fue abierto y cada vez más acentuado. La  modificación de la división político territorial, elecciones indirectas para la elección del cargo del Presidente, la reducción y ampliación del período presidencial, la unificación de las Fuerzas Armadas, la ampliación de materias reservadas al Poder Nacional, fueron mecanismos empleados al inicio del siglo XX para acentuar la organización centralizada del Estado venezolano.  
La Constitución de 1.936 contempla un amplio catálogo de materias reservadas al Poder Nacional, producto de la centralización progresiva ocurrida durante el régimen de Juan Vicente Gomez.  Posteriormente, la Constitución de 1.945 consolida definitivamente el modelo de Estado centralizado en Venezuela, al decretarse la nacionalización de la justicia. Con el texto constitucional de 1.953 nos convertimos en República de Venezuela, siendo eliminado el vestigio federal de “Estados Unidos de Venezuela”.
Sobre la centralización y descentralización en las Constituciones del 61 y del 99, nos aproximaremos la semana que viene.



sábado, 5 de octubre de 2013

DOS IDEAS


El siglo XIX significó para Venezuela el inicio de un intenso debate político y jurídico, que incluso nos acompaña hoy en día: federación versus centralismo.

Asimismo, conviene decir que el inicio de esta diatriba tiene dos grandes causas. La primera de ellas, obedece a la propia organización administrativa que caracterizaba a la Venezuela colonial: la provincia y el cabildo fueron instituciones en constante pugna durante la colonia, cuyas diferencias se acentuaron en el siglo XVIII. La provincia, por un lado, era la representante de los de derechos de la corona española en  territorio americano;  el cabildo, por su parte, fue la instancia en la que los blancos criollos defendieron sus interese políticos, sociales y económicos en aquella época.

 La segunda causa que favoreció la discusión entre un modelo de Estado federal o central, reside, justamente, en el surgimiento del federalismo como doctrina política y forma de Estado, el cual sirvió de referente para resaltar sus virtudes, debilidades, y conveniencia para nuestro país.

Durante el siglo XIX, fueron federales los textos constitucionales de 1.811, 1.864, 1.874, y el de 1.893. Por su parte, centralistas podrían catalogarse  las Constituciones de 1.819, 1.821, 1.857, 1.881. Asimismo, a las Constituciones de 1.830 y 1.858, se les atribuye el carácter de centro-federal, por conservar una organización del Estado Unitario, pero con reconocimiento de las autonomías provinciales.

Uno y otro modelo de organización del Estado,  tuvieron fervorosos adeptos. Defensores del centralismo fueron Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Juan Vicente Gonzalez, Carlos León, Alejandro Urbaneja. Exponentes de la causa federal fueron Cecilio Acosta, Juan Germán Roscio, Ezequiel Zamora, Julián Viso.

Aun cuando en el siglo XIX Venezuela obtuvo su independencia, es importante recordar que también fue una época de guerras montoneras, caudillismo, golpes de Estado, de profunda inestabilidad económica, y ante esa circunstancia, la adopción de un modelo federal  o central, no significó por sí mismo la solución a las dificultades que atravesaba Venezuela en aquél momento. Por el contrario, la demagogia y el populismo se escudaban en las banderas de uno u otro modelo para acceder al poder político. 

Ambos modelos tenían sus virtudes plasmados en sus Constituciones, pero no tuvieron vigencia efectiva. El siglo XIX venezolano orbitaba sobre dos grandes ideas, enarboladas por muchos caudillos, y lo único vigente era la letra muerta de nuestras Constituciones.

¿Qué sucedía, entonces? ¿Qué se escondía detrás de la debilidad de nuestros textos constitucionales?

Las respuestas son múltiples. Sin embargo, un factor  que puede ayudar a contestar la interrogante planteada, pasa por precisar que ni el centralismo ni el federalismo abogaban por reivindicaciones sociales importantes; era un debate apasionante entre los intelectuales, y la excusa del caudillo para alzarse en armas. 

Lo anterior, sumado a una población mayoritariamente analfabeta,  y a un Estado sin tradición institucional, evidentemente hizo de las Constituciones del siglo XIX letra muerta, con independencia del modelo que se hubiese pretendido implantar.



FEDERACIÓN DESCENTRALIZADA. LA COLONIA




El artículo 4 constitucional, establece que Venezuela es un “Estado federal descentralizado en los términos consagrados en esta Constitución”. Mucho ha sido debatido sobre la contradicción o redundancia de lo “federal descentralizado”. Sin embargo, dicho artículo tiene su porqué; sus causas históricas, jurídicas, políticas; reivindicaciones todavía no realizadas.

Por ello, los próximos artículos estarán dedicados a hacer una aproximación de la evolución de la descentralización en nuestro ordenamiento jurídico. ¿Por qué hablar de la descentralización, hoy? Precisamente, frente a un gobierno evidentemente centralista, ante la  precaria la situación de los Estados y municipios en términos de autonomía, y dada la proximidad de las elecciones municipales del 8-D, aportes como los que se pretenden, siempre redundan en contribuciones positivas, y evitan por el contrario, ser cómplices (necesarios) de la histeria política que vivimos actualmente.

Frente a lo anteriormente expuesto, el origen de las primeras formas de organización descentralizada en Venezuela, las encontramos en la Provincia y en el Cabildo de la colonia, a través de las cuales giraba gran parte de la vida política, económica, administrativa, militar y de gobierno de la Venezuela colonial.

Respecto a las Provincias, estas representaban la estructura organizativa a través de la cual España mantenía unificada sus dominios en Hispanoamérica. A ellas les correspondía los asuntos propios de cada territorio, y se encontraba a cargo de  un Gobernador, quien ejercía funciones militares, administrativas y de gobierno. Era designado a través de la Real Audiencia para proteger los dominios de España.

Con respecto al Cabildo, esta era la estructura originaria de la Venezuela colonial. Una vez conformada la Provincia, esta se dividía en ciudades, cuyos asuntos diarios eran discutidos en El Cabildo, en cuyo seno se debatían las cuestiones económicas y políticas la vida colonial venezolana.

En el caso de Venezuela, el Cabildo se erigió como instancia fundamental en el orden social de aquellos tiempos, motivado a dos grandes causas. La primera de ellas, es que Venezuela no revestía especial importancia en aspectos políticos y económicos para la Monarquía española, como sí la tenían, por ejemplo, México, Perú, Santo Domingo, Argentina. Dicha situación favoreció al ascenso de los blancos criollos, quienes no sólo eran los representantes de los cabildos, sino que también ejercían el poder económico.

La segunda gran causa de la importancia del Cabildo en la colonia, se deriva como consecuencia de lo sostenido en el párrafo anterior. Y es que frente a la displicencia de la corona española por los asuntos de la Provincia de Venezuela, los blancos  criollos adquirieron un rol fundamental en los asuntos económicos y políticos de la época, interés que defendieron vehementemente.

No nos extrañe, entonces, por qué fue Venezuela la cuna de la independencia hispanoamericana: Con una instancia política de participación e influencia -como era el cabildo-, y sumado a un dominio económico ejercido sin mayores cuestionamientos por parte de la Monarquía, simplemente era cuestión de tiempo para que las ideas de la revolución francesa calaran en los criollos venezolanos. El resto es historia…