viernes, 24 de julio de 2015

INSTITUCIONES E INSEGURIDAD
El artículo 2 de la Constitución es claro: Venezuela, como Estado Social de Derecho y de Justicia, propugna como “valores superiores”  la vida y la preeminencia de los Derechos Humanos.  Además, el artículo 25 establece que todo acto emanado del Poder Público que viole los derechos consagrados en la Constitución, son nulos y sus funcionarios serán responsables. Es decir, de acuerdo con las normas citadas, al ser la vida y la preeminencia de los Derechos Humanos valores superiores  y derechos consagrados en nuestro ordenamiento jurídico, esto implica que la organización del Estado y los actos que emanen de él, deben observar el cumplimiento de estos principios.
El artículo 44 de la Constitución, asimismo, es aún más claro: El derecho a la vida y la libertad personal es inviolable, lo que supone, entre otras consecuencias: ninguna autoridad pública puede disponer de la vida de alguien, ni efectuar detenciones y allanamientos sin orden judicial.
Siendo la inseguridad es uno de los más graves problemas que enfrentamos ¿Es solución a este flagelo dar licencia a los cuerpos policiales para que efectúen detenciones o ajusticiamientos arbitrarios?
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Todos los venezolanos queremos seguridad, de eso no hay duda. Se lo exigimos al gobierno y apoyamos cualquier política que proteja el derecho a la vida. Ahora, la inseguridad no se resuelve apelando al Código Hamurabi del “ojo por ojo, diente por diente”. La inseguridad en Venezuela trasciende a la delincuencia común,  y revela problemas estructurales asociados a la impunidad, la falta de oportunidades de los jóvenes, el creciente aumento del narcotráfico, policías mal remunerados, sistema de administración de justicia sin independencia, los índices de pobreza, por señalar algunos aspectos.
Pero además, la inseguridad en Venezuela está asociada a unas instituciones débiles e inoperantes. Según cifras del Ministerio Público, el 90% de los delitos quedan impunes en Venezuela. ¿Qué hace el Ministerio Público, entonces? ¿Qué ha hecho el Ministerio de Asuntos Penitenciarios para acabar las mafias carcelarias? ¿De dónde obtuvieron las armas de guerra que poseen los delincuentes actualmente?
No hace falta ser un experto: Para superar los índices  de criminalidad en Venezuela es necesario un Ministerio Público más eficiente, un mejor sistema carcelario, aumentar la cantidad de policías y profesionalizarlos, actuar en conjunto con los distintos niveles político territoriales, y sobre todo, hacer de la inseguridad un tema de Estado y  no politizarlo.

domingo, 12 de julio de 2015

EN DEFENSA DEL BICAMERALISMO
Tradicionalmente, en la estructura organizativa del Estado Federal, el órgano legislativo es bicameral, es decir, integrado por dos cámaras. Ello es así, porque la  propia naturaleza del  Estado federal implica la participación de los Estados miembros en la formación de la voluntad federal, esto es, el conjunto de decisiones jurídicas y políticas que han de ser vinculantes a la totalidad del Estado.
Si analizamos sus ventajas y desventajas, la existencia de un órgano legislativo bicameral garantiza un mayor control del órgano legislativo hacia Poder Ejecutivo y sus ministros, incide  en una mayor participación de las entidades territoriales en la formación de leyes, y favorece a la creación de textos legislativos de mayor calidad. Ahora, la existencia de un parlamento bicameral tiene el riesgo de transformarse en una instancia burocrática y paquidérmica si no está en sintonía con la realidad del Estado y sus ciudadanos.
Fuente: www.wikipedia.org
La Constitución de 1961 consagraba un Congreso de bicameral integrado por la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Cuando sus integrantes estuvieron en sintonía con el desarrollo de nuestro país, el extinto Congreso de la República funcionó correctamente y en su seno ocurrieron fructíferos debates jurídicos y políticos, y ejemplo de ello fue la discusión entre Rómulo Betancourt y Rafael Caldera –ambos senadores vitalicios- sobre el artículo 5 de la Ley que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos de 1975. Y también sucedió lo contrario: Cuando no hubo consciencia de los problemas que enfrentaba Venezuela hacia la década de los 80 y 90 del siglo pasado, ese Congreso bicameral fue visto como una estructura politiquera e inoperante.
Bajo el argumento  de que el extinto Congreso de la República era paquidérmico y burocrático,  la Constitución de 1999 elimina el Senado, y a partir de entonces, nuestro órgano legislativo es unicameral. Desde su consagración constitucional y hasta nuestros días, la Asamblea Nacional no controla al Poder Ejecutivo, muchos de sus integrantes no representan a sus regiones, ha cedido reiteradamente su función legislativa, y actualmente es el escenario de un sectarismo político jamás visto.
Frente a un Poder Ejecutivo Nacional que históricamente ha sido competente en un gran universo de materias, y aunado a la debilidad institucional que lleva a rastras nuestra historia política, soy partidario de un órgano legislativo de carácter bicameral por dos grandes razones: a) Es necesario instancias que ofrezcan mayores mecanismos de control al Poder Ejecutivo; y b) los Estados deben tener mayor participación en la formación textos legislativos, precisamente, para que sus realidades particulares sean tomadas en cuenta.
Actualmente, las circunstancias históricas no son propicias para plantear una reforma constitucional, sin embargo, soy firme creyente que en algún momento de nuestra historia será necesario reformar la Constitución vigente para  fortalecer nuestras instituciones y sentar las bases definitivas para la descentralización de competencias desde Poder Nacional hacia los Estados y Municipios.


sábado, 4 de julio de 2015

POLÍTICA CON P DE P...

El hartazgo es tan palpable, que ya no importa quién habla o qué se propone. Hay que salir de ese personaje como sea. Actualmente no sirven las visiones de Estado, los proyectos de país o las propuestas coherentes; es irrelevante si quien habla representa a su región; o es alguien con credibilidad: no importa.  El nivel de obstinación por tantos padecimientos es tal, que eso que llaman Política ha dejado de tener significado; nadie sabe qué es.

No nos interesa saber quién es buen político, su trayectoria, pensamiento y preparación; si es coherente, o si su discurso es racional. Y no es que nuestra clase política son extranjeros que vejaron a esta sociedad casta y pura, no: ellos son expresión de una sociedad que padece las consecuencias del desmembramiento institucional y la corrupción. Como nosotros, ellos son venezolanos.

Es la política con p de p...

Y así se presentan las contradicciones: Buscamos un proyecto político pero somos incapaces de cuestionar a tal o cual dirigente; abogamos por la racionalidad, pero al mismo tiempo exigimos la hoguera para el chavismo en pleno; queremos unión, pero catalogamos de colaboracionista a quien  apueste al entendimiento, el diálogo y sugiera acuerdos de gobernabilidad; no nos molesta que hayan robado, sino que robaron demasiado.

Hubo algún dejo de racionalidad cuando el aragueño o el anzoatiguense escogieron a Tarek o Aristóbulo como Gobernadores, aun sabiendo que se trataba de dirigentes jamás vinculados a esas regiones?: Por supuesto que no; simplemente eran los bendecidos del Comandante en Jefe. “Los dedos de Chávez, son los dedos del pueblo”, dijo Jackeline Farías, otra de las bendecidas por irracionalidad política del chavismo.  
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Entonces, si la premisa de quienes se ubican en el otro lado de la acera es salir de Maduro como sea: Qué importancia tiene que el tachirense ahora  tenga que votar por alguien que pisa por primera vez su región; o que el mismo que ha sido candidato a Gobernador y Alcalde, pues ahora sea candidato parlamentario? El tema de los proyectos de país, las visiones académicas en torno al desarrollo, todo eso vendrá después: la prioridad es salir de Maduro.

Ya no es política, sino la política manoseada; es el dirigente reduciendo el arte de los acuerdos y el ejercicio del poder a su más burda expresión electorera; es la prostitución del dirigente cada vez que se avecina el calendario electoral. Somos nosotros, esperando la oportunidad para votar por los menos malos. Es la política con de p...