domingo, 26 de abril de 2015

¿Y LAS CONDICIONES ELECTORALES JUSTAS?

Sabíamos que iba a pasar. En un año electoral, un país tan convulsionado y un gobierno impopular, lo que debe sorprendernos son unas elecciones justas. De manera que la modificación de los circuitos electorales para beneficiar al partido de gobierno son unas de las tantas arbitrariedades que ocurrirán hasta el día de las elecciones parlamentarias. Y te diré más: También sucederán arbitrariedades durante el acto electoral y después de su culminación.

Guarimbas financiadas por el gobierno, detenciones a dirigentes políticos, saqueos programados, más guerras económicas, aumento de la escasez y la inflación, hastío generalizado. Eso es lo que viene.

Ahora, el problema no es lo que vendrá, sino precisar cómo la oposición asumirá unas condiciones electorales adversas y abiertamente favorables al gobierno. Ese es el meollo del asunto. Imaginemos que el día de las elecciones gana la oposición, y sin embargo, el gobierno desconoce los resultados de forma grosera (cuestión que tampoco debería sorprendernos). ¿Qué haremos? ¿Cómo elaboramos un discurso popular no sólo para solidarizarse con el ciudadano, sino también para  exigir condiciones electorales justas?
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Querer asimilar la crisis venezolana a través de la vía electoral es un gran riesgo. No hay duda que el voto es el camino menos traumático para dirimir los conflictos sociales y políticos que padecemos actualmente, es verdad. Ahora, mientras más se recrudece el desabastecimiento y el costo de los productos básicos aumenta desproporcionadamente, la conflictividad social irá en aumento, lo cual pudiera generar consecuencias impredecibles.

Voto y crisis.
Para el momento en que las elecciones parlamentarias se realicen, Venezuela tendrá una inflación cercana al 100% y muy probablemente escasearán 8 de cada 10 productos básicos que necesitamos. Repito el escenario: Ante esa Venezuela a punto de estallar, cansada, imaginemos que el día de las elecciones gana la oposición, y sin embargo, el gobierno desconoce los resultados de forma grosera. ¿Cuál será el discurso? ¿Qué nos esperemos al revocatorio del 2016?

Tiene que haber algo más.

La necesidad de un discurso que además de conectar con el ciudadano, también le garantice que cada voto cuenta y será defendido ante las más adversas de las circunstancias, no puede ser interpretado por la oposición como una pequeñez. No se trata de matarnos en las calles, sino ser capaces de hacer respetar el cambio democrático que exigimos.  

Venezuela atraviesa un proceso histórico complejo. Y hoy, no sabemos si somos la historia de una sociedad dominada para satisfacer de sus necesidades más básicas, o el ejemplo de un pueblo que luchó por su libertad y la obtuvo…porque la defendió.

lunes, 20 de abril de 2015

POLÍTICA Y CREDIBILIDAD. 

Convengamos en algo: el ejercicio de la política tiene como fin último la consecución del bien común, o al menos, materializar ciertos valores superiores  importantes para la sociedad. Alcanzar estos cometidos, en esencia, se logra a través del Estado y sus manifestaciones organizativas, es decir: el Poder Público.

Ahora, el ejercicio de la política (en su sentido más amplio), ese interés por alcanzar el bien común, requiere, además, de credibilidad. El ciudadano para creer en el político que se postula a un cargo de elección popular, debe percibir que éste es, digamos, coherente, solidario, consecuente. Lo mismo sucede con las instituciones del Estado: Su credibilidad depende del cumplimiento de sus funciones.  

Y en el fondo eso es lo que sucede en Venezuela: existe una gran crisis de credibilidad en el ejercicio de la política, ya sea por parte las instituciones del Estado y sus representantes, o bien por quienes dicen ser políticos. Los venezolanos, no creemos en aquellos que idealmente están llamados a contribuir con el bien común. 

Fuente: http://cdn.eluniversal.com/2015/01/23/unidad-mud23enero.520.360.jpg
No creemos en el Poder Judicial porque no juzga; no hay credibilidad en el Poder Legislativo porque no legisla; no creemos en el Ejecutivo porque no gobierna; y no hay credibilidad en los partidos políticos porque, entre otras razones, han sido incapaces de generar un discurso que conecte con nuestros problemas.  

Oposición y credibilidad.

Y la poca credibilidad que tiene la política en Venezuela, también salpica a la oposición venezolana. Es cierto, los partidos políticos de oposición han sido abiertamente censurados y satanizados por la mayoría de los medios de comunicación social que hay en nuestro país, pero aun así, hay otros factores que impiden que los partidos de la oposición se erijan como una opción real de gobierno.

Las disputas internas, la variedad de discursos que existe en la MUD, la ausencia de un programa de gobierno en materia política, social, y económica como propuesta a esta crisis, y la actitud oportunista de algunos dirigentes en querer postularse y acceder a cargos de elección popular, son elementos que contribuyen a la poca credibilidad de la oposición venezolana.

En este marco generalizado de poca credibilidad se insertan las elecciones parlamentarias. Sin instituciones ni liderazgo político creíble ¿En quién debemos creer? ¿Cómo se habla del voto como instrumento de cambio, si quienes están llamados a promoverlos no son creíbles, no generan confianza?

¿Cómo se le dice al chamo de 26 años que vive en Caracas, que vote por quienes fueron parte del mismo sistema político que parió a Chávez?

¿Qué tan creíble es el liderazgo de quien se empeña en postularse a Alcalde, Gobernador, y a Diputado una y otra vez?

Si la oposición dice abogar por el bien común de los venezolanos, quizá debería empezar por ser más creíble.

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martes, 7 de abril de 2015

EL PRAGMATISMO DE LA OPOSICIÓN VENEZOLANA
De acuerdo con la el Diccionario de la Real Academia Española, el pragmatismo es “Movimiento filosófico… que busca las consecuencias prácticas del pensamiento y pone el criterio de verdad en su eficacia y valor para la vida” (http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=pragmatismo). Para el pragmatismo –en definitiva-, lo verdadero es lo que funciona.
Hoy, ante una Venezuela arruinada, el pragmatismo –consciente o inconscientemente- es el discurso que ofrecen algunos dirigentes políticos de oposición para salir de esta crisis. Dice ser pragmático el que aboga por la salida inmediata de Maduro, por ser el único culpable de lo que sucede en Venezuela; y también es pragmático el religioso del voto: El que sostiene que hay que votar y punto, sin importar aspectos como las condiciones electorales o la vocación parlamentaria del candidato.  
Por su parte, se critica al pragmatismo como corriente filosófica, su incapacidad de prever las consecuencias a largo plazo de las acciones tomadas inmediatamente. Se queda ahí: El pragmatismo precisa únicamente cuan eficaz es determinada idea ante determinada realidad. El resultado lo valoramos después.
Y ahí está lo falaz, lo incorrecto.
Fuente: http://i.ytimg.com/vi/tpxTLIZyzQM/hqdefault.jpg
Y ahí es donde se equivoca la oposición…
Nicolás Maduro no es el culpable de lo que sucede en Venezuela, sino la consecuencia lamentable de una forma ejercer el poder político. Los problemas estructurales de Venezuela están íntimamente relacionados con la ausencia histórica de instituciones como contrapesos al ejercicio discrecional del poder, el rentismo petrolero como instrumento de populismo y demagogia, una organización del Estado excesivamente centralizada y paquidérmica, por ejemplo. Si esos son los problemas estructurales de nuestro país, entonces ¿Dónde está el proyecto político? ¿Dónde está la alternativa a este desmadre? Y si existe ¿Por qué no se difunde? Más allá de la denuncia y de Nicolás Maduro, es necesario ofrecer un nuevo modelo político, social y económico.
Lo mismo sucede con las elecciones parlamentarias de este año. Nadie cuestiona su trascendencia para nuestro país. Sin embargo, el voto no es, ni puede ser, un ejercicio irracional a través del cual el ciudadano elige a ciegas. Son muy pero muy pocos los diputados que han ofrecido un balance de su anterior gestión parlamentaria, por ejemplo; y con la misma desfachatez con que se postulan para ser Diputados, en el 2017 optarán a Gobernadores y Alcaldes. ¿Dónde está la vocación parlamentaria? ¿Acaso no es un fraude para el elector que eligió a determinado Diputado, saber que ese mismo Diputado se postulará a Alcalde o Gobernador? ¿Por qué tenemos que aceptar el “pónganme donde haiga” como formar de hacer política? Lo “pragmático” nos obligará a votar por los mismos que se empeñan en ser candidatos para todos los cargos de elección popular, pero ¿Realmente ese es el modelo de hacer política que anhelamos como sociedad?
Sin una visión clara de país, lo “pragmático” hace que la oposición se parezca al modelo político que dice criticar.
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domingo, 5 de abril de 2015

FALSO HEROÍSMO
Lo peor que puede ocurrir es un desenlace violento como solución a esta crisis; que quienes hemos vivido la humillación de hacer cola, los que hemos sido víctima de la delincuencia, los jóvenes que no tienen empleo, la ama de casa, el taxista, el chófer de buseta, el obrero,  el venezolano empobrecido en general, digamos basta y salgamos a las calles para drenar el resentimiento y la desesperación que genera vivir en la Venezuela del 2015.
A eso estamos expuestos.
Basta una mirada al supermercado Bicentenario ubicado en Plaza Venezuela a las siete de la mañana, por ejemplo. Quisieron esconder las interminables colas en el estacionamiento, y aun así, es tanta la cantidad de gente que necesita productos básicos, que ahora las colas desbordan al propio estacionamiento y vuelve a hacerse visible ante los ojos de quienes vamos en buseta o en vehículo propio.
Fuente: www.aporrea.org
Es la tranquilidad del desesperado…a punto de estallar.
Y  los he escuchado decir con aires de analistas conspicuos “…aquí tiene que haber un baño de sangre, un Caracazo para que esto caiga…”; o con ínfulas de heroísmo del siglo diecinueve afirman que “¡¡¡…hay que volcarnos a las calle hasta que esto se acabe!!!” Ajá, claro, ¿Y quién pone los muertos? ¿Tú? ¿Cómo funciona ese razonamiento? ¿Hay una maquinita que el día de la gran concentración contabiliza los fallecidos realistas y al mismo tiempo nos informa que el gobierno ya cayó o está a punto de caer? ¿Así o más racional?
Venezuela no necesita de héroes, ni discursos que den en la llaga del resentimiento y las frustraciones no alcanzadas, ni sucesos que hagan borrón en cuenta nueva. No necesitamos de caudillos, sino de ciudadanos, de venezolanos; requerimos un enorme acuerdo social, político y económico que nos permita avanzar juntos. ¿Y cómo lo logramos? ¿Con discursos viscerales que nieguen nuestra propia realidad? ¿Qué hacemos, negamos al chavismo  y listo?
Apostar por la vía electoral no es un absurdo, sino la forma menos traumática de salir juntos de esta crisis; es la ciudadanía expresando su voluntad de forma pacífica; voluntad que también debemos estar dispuesta a defenderla.  Es de los pocos dejos de civilidad a través del cual podemos expresar nuestras ansias de cambio.
Este gobierno ha usado a las elecciones para legitimar su  autoritarismo. Ahora la situación ha cambiado: estas las elecciones pudieran significar el antecedente pacífico de su caída. Y lo habremos hecho juntos, sin muertos, sin hablar de muertos en tercera persona, sin falsos heroísmos.
NUESTROS PROBLEMAS BUSCAN DOLIENTES
Los problemas de Venezuela están ahí. Se palpa día a día; en las colas interminables para comprar productos esenciales; en la escasez de medicamentos; la inseguridad; la corrupción; el encarecimiento de los alimentos; la inflación; el aumento de la pobreza; no hay producción nacional. El país se siente sin rumbo e indignado. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDES-FMV),  para comprar todos los productos de la Canasta alimentaria se requieren 3 salarios mínimos.
El gobierno se muestra indolente ante los más necesitados. El rechazo es unánime.
Y en esa inercia de no saber hacia dónde nos dirigimos, buscamos frustrados que nuestros problemas tengan dolientes. Ya son más de 7 años desde la creación de la MUD, y hoy por hoy, es inaceptable que no haya un discurso político que conecte con el venezolano empobrecido. Reconozco que ha sido una dirigencia perseguida, encarcelada, humillada, y  que algunos de sus dirigentes merecen ser reconocidos. Aun así, han sido numerosos eventos electorales en los que ha participado la alianza opositora, y es frustrante no verlos como opción de gobierno. Muchos discursos a la vez; no generan confianza.
Fuente: www.el-nacional.com
La Salida, la constituyente, la renuncia, la transición. Ahora que estamos en un año electoral, unos abogan por primarias en todos los circuitos electorales y otros defienden los consensos. Los que repudian la salida electoral ahora quieren ser diputados por circuitos “salidores”; y los mismos que se postulan a gobernadores y alcaldes, ahora dirigen sus intenciones a la Asamblea. Eufóricos, dan por sentado que ganarán, pero no he escuchado a ninguno de ellos diciendo qué hacer si nos roban los votos, por ejemplo.
Muy pocos –o ninguno- de quienes aspiran a la reelección en la Asamblea han presentado balance de su anterior labor parlamentaria; y quienes aspiran por primera vez, no exponen cual será su agenda en la Asamblea.
Frente a la usual abstención que se presentan en estas elecciones, cualquier posibilidad de victoria de la MUD implica aumentar la participación de sus votantes habituales, y además, conectar con el chavista desencantado. Tarea nada fácil. No basta las alianzas y las primarias; el venezolano que adversa al gobierno ya no es un autómata que vota por inercia. Se requiere motivación, solidaridad, un discurso más popular y esperanzador.
Mientras tanto, ahí están nuestros problemas… en busca de dolientes.