domingo, 24 de marzo de 2013

INSTITUCIONES=DESARROLLO


Unos de los grandes retos que afrontará Venezuela en los próximos años, será el fortalecimiento de sus instituciones democráticas. Por una razón muy simple: cuando tenemos instituciones democráticas sólidas e independientes, eso se traduce en progreso y bienestar para sus ciudadanos. O dicho de otro modo: no hay desarrollo sin instituciones democráticas fuertes.

 Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, para el año 2012, fallecieron en Venezuela 21.692 personas. Igualmente, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), desde el año 2.002 hasta el 2.013, ha existido una disminución progresiva de empleadores en el sector privado. Y de acuerdo con Transparencia Internacional, Venezuela es el país con el índice de corrupción más elevado en América Latina.

Las cifras mencionadas, reflejan la situación de nuestro país en distintos ámbitos: un país con altos índices de criminalidad, con una disminución progresiva del sector privado para generar empleo, sumado además, a una Administración Pública corrupta.

Asimismo, los datos citados no sólo indican la situación de nuestro país en aspectos  sensibles a la calidad de vida y bienestar del ciudadano (que por sí mismos ya son preocupantes), sino que también demuestran que detrás de esos problemas, también existe una debilidad institucional como causa y consecuencia de los mismos. Es decir, tenemos altas cifras de criminalidad, entre otras causas, por el alto porcentaje de impunidad existente; los altos índices de corrupción evidencia la incapacidad de la Contraloría General para sancionar al funcionario corrupto; y la disminución progresiva de nuestro sector privado, viene acompañado de instituciones  que no fomentan el emprendimiento y condiciones económicas de favorables para el ciudadano.

¿Qué sucede, entonces, cuando la democracia y sus instituciones dejan de velar por uno de sus fines esenciales, como es el de procurar bienestar para sus ciudadanos? ¿Qué pasa cuando el ciudadano comienza a percibir las instituciones democráticas como parte de una dinámica miope y excluyente de sus necesidades? Cuando eso sucede, comienza a generarse en el ciudadano un sentimiento de insatisfacción por las necesidades no cubiertas, y con ello, cuestionamientos y pérdida de confianza hacia la propia democracia, caldo de cultivo para la demagogia y el populismo.

Justamente, entre los años 60 y 80, ese breve período histórico durante el cual Venezuela experimentó importantes avances en materia de desarrollo social y económico, estuvo acompañado de instituciones sólidas e independientes que cumplían cabalmente su rol. Y cuando esas mismas instituciones comenzaron a fallar,-hacia los 80 y hasta nuestros días-, la democracia también comenzó a fallar, lo que  produjo un desmejoramiento progresivo de la calidad de vida del ciudadano, ocasionando numerosas y profundas crisis (políticas, económicas, sociales).

El fortalecimiento de nuestras instituciones se nos presenta como un tema transversal, y  las dificultades que hoy atravesamos en términos sociales y económicos, están asociadas directamente a la debilidad de nuestras instituciones públicas.

Desde el punto de vista institucional, Venezuela está en su nivel más bajo. Y para avanzar juntos como país y sociedad, es necesario promover el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas. 

 

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