sábado, 25 de enero de 2014


QUÉ ES LA DEMOCRACIA PARA NOSOTROS?

En reportaje de fecha 22 de enero, el diario de circulación nacional El Universal cita el Informe del año 2014 de la organización de derechos humanos Human Rights Watch. En dicho Informe, Venezuela aparece catalogadas entre las "democracias ficticias", motivado a la ausencia de poderes públicos independientes, ventajismo electoral, la ausencia de estado de derecho y la violación sistemática de derechos humanos.

Incluso para el lector escéptico que no cree en las organizaciones de derechos humanos porque se aferra al liderazgo de alguien que ya no existe, el debate es pertinente para plantear la siguiente interrogante, ¿Qué es la democracia para el venezolano del 2.014?

¿Cuáles son las causas que nos impiden construir un discurso político sobre el Estado de Derecho, el fortalecimiento institucional, la independencia de poderes públicos?

Por el contrario, ¿por qué el mesianismo, la demagogia y el populismo han sido columna vertebral de nuestra historia? (por cierto, cada vez menos republicana).

¿Sabemos realmente qué es el Estado de Derecho?

¿Por qué no valoramos la independencia de nuestros poderes públicos?
Como venezolanos, ¿sabemos qué son los derechos humanos? ¿Por qué no los defendemos? ¿Por qué permitimos su violación sistemática?
¿Sabemos qué son las instituciones, y cómo se vinculan con el desarrollo?
¿Qué es para nosotros la democracia? ¿Mercal? ¿Cadivi a 6,30 y mi cupo de 400 dólares? ¿Es únicamente elecciones? Y ¿dónde queda el ventajismo electoral?

¿Y la libertad de expresión?

Si como sociedad no hemos podido amalgamar un discurso político sobre nuestras carencias más básicas (papel higiénico, leche, inseguridad, desabastecimiento, impunidad), imagínense lo complicado que debe ser hablar a la sociedad venezolana –de cualquier sector- de Estado de Derecho o independencia de poderes públicos.

Involucrados en esta dinámica política tan dañina, socialmente hemos perdidos esos valores que cimientan el desarrollo de los países, y en cambio, nos adentramos en la dinámica de la subsistencia del presente. Y así, los jóvenes venezolanos, por ejemplo, nos hemos convertido en una generación que sobrevive al presente. Nuestra cotidianidad y sus carencias nos impiden pensar en futuro...  y nos acostumbramos.

Ojalá las preguntas antes planteadas formen parte de un discurso político a largo plazo que asuma y entienda el valor de las instituciones como instrumentos de desarrollo.


Mientras eso sucede, sigamos en la expectativa de cuándo activarán el cupo Cadivi/Sicad para "raspar" la tarjeta de crédito, y hagamos las respectivas colas para buscar papel toilette.

domingo, 19 de enero de 2014



LENGUAJE Y FORMAS DEL DESARROLLO


Si algo ha entendido muy bien este gobierno, es el empleo de los símbolos y del lenguaje para hacer sustentar su proyecto político. El menoscabo sistemático de la independencia de los poderes públicos; la descalificación hacia la oposición; la política económica de control estatal; las llamadas Leyes del Poder Popular; la política gubernativa a través de las Misiones; los mensajes hacia la Fuerza Armada Nacional;  en fin, detrás de la intervención del gobierno en tantas áreas, hay un lenguaje político empleado para justificar todas esas arbitrariedades.

Las miserias más bajas del venezolano han sido usadas ampliamente por el gobierno a su favor, convirtiéndolas en un discurso cargado resentimiento y división social. Es imposible desligar tantos abusos sin analizar el discurso justificativo de estos y cómo ha calado en nuestro ideario colectivo.

Sustentado sobre los párrafos precedentes, socialmente hemos asumido –con naturalidad o no- el lenguaje del “apátrida”, del “escuálido”, de la “burguesía parasitaria”, del “masburro”, del “chavista de….”, de lo “bolivariano”, del “imperio”, del “nocaut fulminante”…y así, otros tantos epítetos.

Hoy estamos ante un momento de cambio en Venezuela. De eso no hay duda. Y uno de los tantos retos que enfrentamos aquellos que deseamos un país verdaderamente distinto, es precisamente, transformar y crear un nuevo lenguaje político. Es imposible entender el desarrollo en Venezuela si no transita por un discurso gubernativo que fomente la institucionalidad, el respeto de la ley, el sosiego, el entendimiento, la conciliación, el diálogo. Es decir, al igual que el subdesarrollo, el desarrollo tiene su lenguaje y sus formas.

Las próximas generaciones tenemos y tendremos que lidiar con un lenguaje oficial altamente conflictivo, pero que progresivamente debe ser transformado por uno más positivo. Tarde o temprano, cuando esta generación o las próximas asuman el poder político, la acción gubernativa debe estar acompañada de un lenguaje sencillo, neutral y lo más inclusivo posible.

El lenguaje del subdesarrollo habla de culpables, resentimientos, se aferra a un pasado cada vez más lejano; actúa por la fuerza, divide, ofende, excluye. El desarrollo, en cambio, habla en conjunto, piensa en futuro, actúa, concilia, media, entiende, tolera, incluye.

El lenguaje del desarrollo no convence de buenas a primeras a las sociedades impacientes como la nuestra; no es el tentador discurso de la inmediatez populista en busca de culpables y responsables. Al igual que la paciencia, el desarrollo es un árbol de raíces amargas pero de frutos muy dulces.


…el desarrollo tiene su lenguaje y sus formas. 

lunes, 13 de enero de 2014



LOS M.I.N.T Y VENEZUELA

El 6 de enero de este 2.014, la agencia noticiosa BBCMundo ofreció un reportaje sobre las posibles promesas económicas mundiales para los próximos 20-30 años: México, Indonesia, Nigeria y Turquía (MINT, por la abreviación de sus palabras). De acuerdo con el mencionado reportaje, la composición poblacional, la situación geográfica y su estabilidad económica, hacen que esos países tengan una posición beneficiosa para su desarrollo en los próximos 30 años 

Igualmente, según el reportaje objeto de comentarios, cada uno de esos países tiene desafíos que atender en las próximas décadas. México, por ejemplo, debe resolver sus problemas de corrupción y de seguridad; Indonesia, tiene el reto de mejorar su infraestructura interna; Nigeria, debe resolver problemas institucionales vinculado a la corrupción, y proveerse de una adecuada infraestructura energética; y Turquía, conciliar sus problemas de política interna vinculado con su postura religiosa. Combinar religión y desarrollo, ya de por sí representa un gran reto.

De los párrafos precedentes, resalto de los M.I.N.T dos aspectos que me parecen fundamentales: 1) Son países que se vislumbran y piensan en futuro; y 2) más allá de sus desafíos, pareciera que existe la voluntad de superarlos. Me parece clave.

Venezuela, por su parte, cierra el 2.013 con más de 20.000 homicidios; inflación de56%; una canasta alimentaria que se equipara al salario mínimo (es decir, trabajas para comer, para más nada); y un Estado con las cifras de corrupción más elevadas de toda América Latina. Y lo peor del caso, es que pareciera no existir voluntad de encontrar solución al respecto; no hay acuerdos políticos, no hay diálogo, no hay planes. Simplemente vivimos en la dinámica propia del subdesarrollo.

Mientras los países que se agrupan bajo el acrónimo MINT se vislumbran en 30 años como economías emergentes, Venezuela sigue aferrado al etéreo debate ideológico; la manipulación absurda de los hechos históricos; del populismo como política de Estado. Mientras los MINT ven hacia el futuro, Venezuela mira y se aferra al pasado; hoy somos el ejemplo palpable de las oportunidades perdidas.

Así como las sociedades se acostumbran al desarrollo, creo que también asumen culturalmente los males del subdesarrollo.

sábado, 4 de enero de 2014


UN 2014 DE RETOS PARA TODOS...

Creo que el 2014 se nos presenta como un año complicado en lo social y lo político. Aun cuando no será un año electoral, el actual gobierno buscará afianzar su modelo de Estado comunal, al tiempo que probablemente se tomarán medidas económicas perjudiciales para el país. El aumento del precio de la gasolina y la devaluación del dólar oficial, son algunas medidas que se esperan prontamente.

Políticamente, será un año de crispación; de mucha retaliación. Es probable que haya algunos encuentros televisados entre el gobierno y la oposición, pero no lo creo sincero. El diálogo será empleado por el gobierno, ya sea para buscar el apoyo de las medidas económicas que debe tomar, o bien para legitimarse frente a la comunidad internacional. Pero en ningún caso de esas reuniones saldrá un gobierno de amplia base, o una concertación nacional para desarrollar al país.

La oposición, por su parte, tiene el enorme reto de trascender a lo electoral, permanecer unida,  y convertirse en el canalizador de las demandas sociales del venezolano. Más allá de las diversas lecturas que se quieran dar a las pasadas elecciones municipales del 8D, hay algo que es evidente en la oposición: no tiene un discurso político que termine de cuajar en la sociedad venezolana; en lo político y en lo discursivo, todavía no somos una alternativa creíble para Venezuela. Allí reside un gran desafío: ¿cómo construir un discurso político y social frente a la pluralidad de visiones que existen dentro de la MUD, y que además permee en toda la sociedad venezolana?

Contestar la interrogante planteada, implica tener en cuenta que las democracias no se sustentan en lo electoral, y necesariamente la MUD debe entender que la protesta es un medio legítimo de lucha democrática.  Muchos, por no querer verse como Simonovis, niegan el inmenso valor de la protesta en regímenes autoritarios como este. Y es que incluso, muchos en la MUD todavía admiten el eufemismo que Venezuela es una democracia. Ellos tienen mucho  que discutir.

Y nosotros como ciudadanos también tenemos numerosos retos. Cuestionarnos si este es el país en el que queremos seguir viviendo; si esta es la calidad de vida que nos merecemos; preguntarnos ¿qué significa para nosotros, como venezolanos del 2014, la democracia? ¿Mercal? ¿Cadivi? ¿Censura? ¿Instituciones independientes? ¿Qué creemos que es la democracia?

También valdría la pena sincerarnos: ¿qué hemos hecho por Venezuela y qué estamos dispuestos a hacer? Si criticamos a la MUD, ¿estamos dispuestos a acompañarla cuando llamen a la calle? Más allá de la crítica que se haga, ¿estamos en la capacidad de asumir la calle con todas las consecuencias que ello supone? ¿Sabiendo que el gobierno usará la violencia para disuadir cualquier tipo de manifestación? ¿Cuán comprometido  estamos con lo que se nos viene encima? O mejor dicho, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a resistir? En fin, se trata de cuestionarnos nosotros mismos como venezolanos de cara a este 2014.

Será un 2014 año de retos...para todos.