El planteamiento de un discurso político
sustentado en nuestra historia civil, pudiera darnos luces de cómo abordar y salir de la crisis política
que atravesamos actualmente.
Nuestra
historia ha tenido un profundo arraigo en lo militar y lo heroico, sustentado
en una historiografía que a lo largo del siglo xix y buena parte del xx, se
encargó en la idealización y exaltación de la Venezuela independentista y sus
héroes militares, cuya figura más importante, obviamente, es El Libertador,
Simón Bolívar.
En este
contexto, nuestra clase política no ha sido ajena a esta visión de la
historia, y el discurso político venezolano, por un lado, ha girado en torno al
pensamiento de Bolívar; y por el otro, nuestros dirigentes han buscado la
manera de emular al liderazgo mesiánico de nuestros caudillos militares y
próceres independentistas…y nosotros, como sociedad, lo hemos aceptado y
asumido como parte de nuestra cultura política. Antes y ahora.
Andrés Bello. |
Y Justamente,
hoy más que nunca, el pensamiento de Bolívar ha servido de justificación para
un gobierno corrupto y abiertamente opuesto a la alternabilidad en el
poder (irónicamente, nada más contrario al pensamiento de Bolívar).
Sin embargo, recordemos
que también somos la historia de importantes hombres civiles, que sin
alzamientos, proezas militares, ni caudillismo, le han dado a Venezuela
numerosos logros. El siglo xix no solamente fue la época de Bolívar y Miranda;
también fue la época de Andrés Bello, Simón Rodríguez, José María Vargas, Tomás
Lander, Juan German Roscio, Fermin Toro, Cecilio Acosta, y en nuestro siglo xx
vivieron venezolanos como Mario Briceño Iragorri, Mariano Picón Salas,
Caracciolo Parra Pérez, Rómulo Betancourt.
En tal sentido,
plantear el discurso político venezolano sobre la base de nuestra historia
civil, implica además, una nueva forma de hacer política: Se nos presenta como
un discurso inclusivo y de reconocimiento al aporte realizado por numerosos
venezolanos desde su ámbito de desarrollo; que apela a la supremacía de las
instituciones y el respeto de la ley, en contraposición al culto de la
personalidad y al caudillismo; aboga por la obtención del poder político en
forma democrática, frente al alzamiento militar y el derramamiento de sangre; y
reconoce que la labor de nuestros ciudadanos ocupa un tiempo y espacio
determinado, frente al perenne intento que tenemos de querer vivir
de lo militar y lo grandioso.
Nuestra historia
civil, es la historia de logros educativos, culturales, económicos, científicos,
en ingeniería, arquitectura; es una historia amplia, que también alimenta nuestra identidad como
venezolanos, forma parte de nuestras raíces, y como parte de nuestra
venezolanidad, debemos hurgar en sus aportes para afrontar la crisis que vivimos
actualmente.
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