LENGUAJE Y FORMAS DEL DESARROLLO
Si algo ha entendido muy bien este gobierno, es el empleo de los símbolos y del lenguaje para hacer sustentar su proyecto político. El menoscabo sistemático de la independencia de los poderes públicos; la descalificación hacia la oposición; la política económica de control estatal; las llamadas Leyes del Poder Popular; la política gubernativa a través de las Misiones; los mensajes hacia la Fuerza Armada Nacional; en fin, detrás de la intervención del gobierno en tantas áreas, hay un lenguaje político empleado para justificar todas esas arbitrariedades.
Las miserias más
bajas del venezolano han sido usadas ampliamente por el gobierno a su favor,
convirtiéndolas en un discurso cargado resentimiento y división social. Es
imposible desligar tantos abusos sin analizar el discurso justificativo de
estos y cómo ha calado en nuestro ideario colectivo.
Sustentado sobre
los párrafos precedentes, socialmente hemos asumido –con naturalidad o no- el
lenguaje del “apátrida”, del “escuálido”, de la “burguesía parasitaria”, del
“masburro”, del “chavista de….”, de lo “bolivariano”, del “imperio”, del
“nocaut fulminante”…y así, otros tantos epítetos.
Hoy estamos ante
un momento de cambio en Venezuela. De eso no hay duda. Y uno de los tantos
retos que enfrentamos aquellos que deseamos un país verdaderamente distinto, es
precisamente, transformar y crear un nuevo lenguaje político. Es imposible
entender el desarrollo en Venezuela si no transita por un discurso gubernativo
que fomente la institucionalidad, el respeto de la ley, el sosiego, el
entendimiento, la conciliación, el diálogo. Es decir, al igual que el
subdesarrollo, el desarrollo tiene su lenguaje y sus formas.
Las próximas
generaciones tenemos y tendremos que lidiar con un lenguaje oficial altamente
conflictivo, pero que progresivamente debe ser transformado por uno más
positivo. Tarde o temprano, cuando esta generación o las próximas asuman el
poder político, la acción gubernativa debe estar acompañada de un lenguaje
sencillo, neutral y lo más inclusivo posible.
El lenguaje del
subdesarrollo habla de culpables, resentimientos, se aferra a un pasado cada
vez más lejano; actúa por la fuerza, divide, ofende, excluye. El desarrollo, en
cambio, habla en conjunto, piensa en futuro, actúa, concilia, media, entiende,
tolera, incluye.
El lenguaje del
desarrollo no convence de buenas a primeras a las sociedades impacientes como
la nuestra; no es el tentador discurso de la inmediatez populista en busca de
culpables y responsables. Al igual que la paciencia, el desarrollo es un árbol
de raíces amargas pero de frutos muy dulces.
…el desarrollo
tiene su lenguaje y sus formas.
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