QUÉ ES LA DEMOCRACIA PARA NOSOTROS?
En reportaje de fecha 22 de enero, el diario de circulación nacional El
Universal cita el Informe del año 2014 de la organización de
derechos humanos Human Rights Watch. En dicho Informe, Venezuela aparece
catalogadas entre las "democracias ficticias", motivado a la ausencia
de poderes públicos independientes, ventajismo electoral, la ausencia de estado
de derecho y la violación sistemática de derechos humanos.
Incluso para el lector escéptico que no cree en las organizaciones de
derechos humanos porque se aferra al liderazgo de alguien que ya no existe, el
debate es pertinente para plantear la siguiente interrogante, ¿Qué es la
democracia para el venezolano del 2.014?
¿Cuáles son las causas que nos impiden construir un discurso político
sobre el Estado de Derecho, el fortalecimiento institucional, la independencia
de poderes públicos?
Por el contrario, ¿por qué el mesianismo, la demagogia y el populismo
han sido columna vertebral de nuestra historia? (por cierto, cada vez menos
republicana).
¿Sabemos realmente qué es el Estado de Derecho?
¿Por qué no valoramos la independencia de nuestros poderes públicos?
Como venezolanos, ¿sabemos qué son los derechos humanos? ¿Por qué no los
defendemos? ¿Por qué permitimos su violación sistemática?
¿Sabemos qué son las instituciones, y cómo se vinculan con el
desarrollo?
¿Qué es para nosotros la democracia? ¿Mercal? ¿Cadivi a 6,30 y mi cupo
de 400 dólares? ¿Es únicamente elecciones? Y ¿dónde queda el ventajismo
electoral?
¿Y la libertad de expresión?
Si como sociedad no hemos podido amalgamar un discurso político sobre
nuestras carencias más básicas (papel higiénico, leche, inseguridad,
desabastecimiento, impunidad), imagínense lo complicado que debe ser hablar a
la sociedad venezolana –de cualquier sector- de Estado de Derecho o
independencia de poderes públicos.
Involucrados en esta dinámica política tan dañina, socialmente hemos
perdidos esos valores que cimientan el desarrollo de los países, y en cambio,
nos adentramos en la dinámica de la subsistencia del presente. Y así, los
jóvenes venezolanos, por ejemplo, nos hemos convertido en una generación que
sobrevive al presente. Nuestra cotidianidad y sus carencias nos impiden pensar
en futuro... y nos acostumbramos.
Ojalá las preguntas antes planteadas formen parte de un discurso
político a largo plazo que asuma y entienda el valor de las instituciones como
instrumentos de desarrollo.
Mientras eso sucede, sigamos en la expectativa de cuándo activarán el
cupo Cadivi/Sicad para "raspar" la tarjeta de crédito, y hagamos las
respectivas colas para buscar papel toilette.