POLÍTICA Y CREDIBILIDAD.
Convengamos en algo: el ejercicio de la política tiene
como fin último la consecución del bien común, o al menos, materializar ciertos
valores superiores importantes para la
sociedad. Alcanzar estos cometidos, en esencia, se logra a través del Estado y
sus manifestaciones organizativas, es decir: el Poder Público.
Ahora, el ejercicio de la política (en su sentido más
amplio), ese interés por alcanzar el bien común, requiere, además, de
credibilidad. El ciudadano para creer en el político que se postula a un cargo
de elección popular, debe percibir que éste es, digamos, coherente, solidario, consecuente.
Lo mismo sucede con las instituciones del Estado: Su credibilidad depende del
cumplimiento de sus funciones.
Y en el fondo eso es lo que sucede en Venezuela:
existe una gran crisis de credibilidad en el ejercicio de la política, ya sea
por parte las instituciones del Estado y sus representantes, o bien por quienes
dicen ser políticos. Los venezolanos, no creemos en aquellos que idealmente
están llamados a contribuir con el bien común.
Fuente: http://cdn.eluniversal.com/2015/01/23/unidad-mud23enero.520.360.jpg |
No creemos en el Poder Judicial porque no juzga; no
hay credibilidad en el Poder Legislativo porque no legisla; no creemos en el
Ejecutivo porque no gobierna; y no hay credibilidad en los partidos políticos
porque, entre otras razones, han sido incapaces de generar un discurso que
conecte con nuestros problemas.
Oposición y credibilidad.
Y la poca credibilidad que tiene la política en
Venezuela, también salpica a la oposición venezolana. Es cierto, los partidos
políticos de oposición han sido abiertamente censurados y satanizados por la
mayoría de los medios de comunicación social que hay en nuestro país, pero aun
así, hay otros factores que impiden que los partidos de la oposición se erijan
como una opción real de gobierno.
Las disputas internas, la variedad de discursos que
existe en la MUD, la ausencia de un programa de gobierno en materia política,
social, y económica como propuesta a esta crisis, y la actitud oportunista de
algunos dirigentes en querer postularse y acceder a cargos de elección popular,
son elementos que contribuyen a la poca credibilidad de la oposición
venezolana.
En este marco generalizado de poca credibilidad se insertan
las elecciones parlamentarias. Sin instituciones ni liderazgo político creíble
¿En quién debemos creer? ¿Cómo se habla del voto como instrumento de cambio, si
quienes están llamados a promoverlos no son creíbles, no generan confianza?
¿Cómo se le dice al chamo de 26 años que vive en
Caracas, que vote por quienes fueron parte del mismo sistema político que parió
a Chávez?
¿Qué tan creíble es el liderazgo de quien se empeña en
postularse a Alcalde, Gobernador, y a Diputado una y otra vez?
Si la oposición dice abogar por el bien común de los
venezolanos, quizá debería empezar por ser más creíble.
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