A RECTIFICAR
Sucedieron
las elecciones municipales del 8 de diciembre y los resultados ofrecen varias
lecturas para la oposición. Para los más optimistas, es un gran logro haber
obtenido en estos comicios más alcaldías que las obtenidas en el 2008. Y para
los más negativos, el 8 de diciembre refleja el estancamiento de una oposición
tibia al momento de encarar al gobierno y al “castrocomunismo”. Digamos, los
extremistas en la oposición tienen sus lecturas particularizadas.
Lo
cierto, es que los resultados del 8 de diciembre invitan a la reflexión para
quienes vemos en la Mesa de la Unidad Democrática un logro de oposición
política venezolana. Con sus aciertos y desaciertos, indudablemente ha sido una
experiencia positiva para nuestra historia política del siglo XXI. La reflexión
debe ser ponderada, en sosiego, con cabeza fría, y entendiendo que la Mesa de
la Unidad Democrática no es la única responsable de lo sucedido, sino que
también como venezolanos somos corresponsables. En todo caso, la crítica que deba
hacerse, que sea en términos positivos, o al menos que tienda a un examen
objetivo de los actores políticos y sociales involucrados.
Indudablemente, la MUD debe evaluarse. No se
perseguían 80 alcaldías, sino mucho más, al menos 100. Tampoco se planteaba una
paridad en los votos totales, pues el anhelo era un resultado contundente que allanara
el camino de una salida democrática de este gobierno. Nada de eso sucedió, y
ahora el 2014 se vislumbra de dificultades políticas.
Como es usual, Ramón Guillermo Aveledo dio una
demostración de humildad y talante político al poner a la orden su cargo dentro
de la MUD, si es que las circunstancias lo exigen. Ojalá decidan no prescindir
de él. En todo caso, no es el único que debe demostrar gestos de rectificación.
Capriles debe hacerlo, pues no soy un autómata fanático que apoya a ultranza su
liderazgo; los partidos y su imposibilidad de generar auténticos liderazgos
locales, también deben hacer lo propio; el discurso político de la MUD y sus
trabas para generar identificación con el ciudadano, es preciso abordarlo y
potenciarlo.
Igualmente,
a nosotros como venezolanos nos toca cuestionarnos qué tipo de futuro y de
sociedad perseguimos. ¿Por qué si habíamos avanzado tanto en la construcción de
una nueva mayoría, ahora tomamos la decisión de ser indiferentes y estancarnos?
¿Por qué se legítimo (con voto o abstención) el discurso del pillaje, el
tosti-arepa barato, de la miseria saqueadora gubernativa? ¿Por qué no creemos
en la construcción paulatina y progresiva de liderazgos locales? ¿Por qué
cometiste la gran estupidez de abstenerte? En sociedades normales, el
descalabro económico, la demagogia, el desmembramiento institucional y la
descomposición social, se castigan con votos y sustituyendo viejos liderazgos
por unos nuevos. Pareciera que en Venezuela sucede todo lo contrario.
Si la
borrachera decembrina, los aguinaldos y el hastío generalizado lo permite,
invito a pensar en tranquilidad y en positivo sobre la rectificación de la MUD.
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