A LOS JÓVENES PROFESIONALES DE VENEZUELA
Nada más difícil que escribir un artículo de
opinión dedicado a los jóvenes venezolanos. Primeramente, porque también soy
joven; y segundo, porque Venezuela se ha convertido en un país de oportunidades
perdidas para nosotros. Salarios que no cubren necesidades básicas,
inseguridad, corrupción, incapacidad de ahorro, represión, todos esos aspectos
nos han obligado a pensar sobre nuestro rol en Venezuela. Y en esa dinámica,
algunos se han ido con la legítima decisión de no volver mientras este país
cambie; sin embargo, la mayoría de nosotros, profesionales o no, nos ha tocado
quedarnos y vivir en carne propia la Venezuela del 2.014 y los años que vienen.
Este artículo está dirigido, no a los que se
fueron, sino a los que nos quedamos. Por la razón que sea, pero nos quedamos. Y
aquí estamos.
¿Cómo
nos asumimos, entonces, en estas circunstancias? ¿Qué hacemos,
muchachos?
Y aunque este artículo haga referencia a los
jóvenes profesionales, estoy consciente que somos una minoría frente al
universo de jóvenes que viven nuestro país. Porque lo cierto del caso es que la
mayoría de los jóvenes venezolanos no tienen acceso a la educación
universitaria y post-universitaria, no tienen empleo, ni les alcanza el sueldo,
por ejemplo. No viven en urbanizaciones, sino en barrios.
Sin embargo, haber tenido acceso a la educación
universitaria y post-universitaria nos obliga a asumir esta crisis más allá
desde la frustración de no poder cumplir nuestras expectativas laborales y
socioeconómicas. Y si ejercemos algún tipo influencia en la opinión pública, no
podemos sentirnos conformes con buscar responsables y escupir visceralidades
como si estuviéramos eximidos de no hacer algo más por nuestro país. También
somos responsables.
Organicémonos, reunámonos, discutamos,
involucrémonos, aportemos con lo que tenemos y sepamos.
Si no
nos sentimos conformes con los partidos políticos, por las razones que fueran,
entonces seamos los artífices de nuevas organizaciones, por ejemplo. Al menos,
hagamos algo, lo que sea. No nos quedemos en la indignación y la frustración.
Verdaderamente reprochable y cómplice es que
con nuestra formación académica y nuestras posibilidades, no ejerzamos algún
tipo de acción frente a esta crisis que vivimos, teniendo la posibilidad
hacerlo; seríamos completamente irresponsables si nos enclaustramos en nuestras
-cada vez más- reducidas burbujas de comodidades con la excusa de que los
partidos políticos no nos representan.
En los años ochenta y noventa del siglo pasado,
la clase media no se involucró lo suficiente con la dinámica política que
atravesaba el país porque creía que siempre viajaría a Miami y podía tener
acceso a dólares preferenciales. Miraba para su ombligo. Se dejó que la
política cayera en las manos equivocada. Miren lo que pasó. Nada en la historia
es casual. Nada de lo que sucede en Venezuela es casual.
No nos
equivoquemos nuevamente, muchachos. No dejemos la política en manos
equivocadas. Que nuestras frustraciones y expectativas no sean la excusa para
no asumir responsabilidades en nuestro país. Al menos, mientras nos quedemos y estemos acá…
Muchachos, tenemos hacer algo. Por nosotros
mismos, por la mayoría de los jóvenes del país que no han tenido las
oportunidades que nosotros sí hemos tenido, y principalmente, por nuestro país.