VENEZUELA ES UNA BOMBA DE TIEMPO
El
título de este artículo se lo debo a los comentarios de unos compañeros de
trabajos, con quienes he tenido la oportunidad de conversar sobre la situación
de Venezuela.
Pareciera
que el país está en una debacle sin vuelta atrás.
Económicamente,
somos altamente dependientes de las importaciones: No somos capaces de producir
rubros tan básicos como granos, azúcar, carnes, textiles; en fin, somos una
economía de puerto. Incluso, la gasolina, cuyo abastecimiento en todo el país no debería tener inconvenientes dada
nuestra condición de país petrolero, hoy en día la importamos desde Colombia. A
lo anterior, se agrega una inflación anualizada que ya supera el 50 por ciento,
y el desabastecimiento generalizado de productos de primera necesidad. Simplemente,
estoy resaltando uno de tantos aspectos que inciden en nuestra devastada
economía.
Socialmente, somos un país en altamente conflictivo,
caracterizado por constantes demandas sociales como vivienda, reivindicaciones
laborales, condiciones hospitalarias, infraestructura y vialidad, el colapso de
los servicios de agua y luz. Asimismo, somos un país con uno de los índices de
violencia más altos del mundo, y además,
atravesamos una profunda crisis penitenciaria.
Y
políticamente, Venezuela es un país desmembrado institucionalmente, con altos
índices corrupción, sin posibilidad de diálogo, con un discurso político de
Estado excluyente, paquidérmico, burocrático.
Pareciera
que sobre las circunstancias antes descritas, el país está encaminado hacia un
desenlace de resultados lamentables para todos los venezolanos. Pareciera, que
la mecha esta bomba de tiempo es muy corta, y puede explotar en cualquier
momento.
Sin
embargo, la actual crisis económica, social y política que atravesamos, no es
nueva. Al menos, han sido 8 años de innumerables casos de corrupción, expropiaciones
al sector privado, el discurso del apátrida, escuálido, pitiyanquis de
despilfarro petrolero, de más de diez mil fallecidos por víctimas de la violencia,
sin independencia de poderes públicos, represión, demagogia, populismo. Desde
este punto de vista, la mecha ha sido extremadamente larga, y hemos aguantado
mucho.
Lo que
me preocupa de lo que vivimos ahora como venezolanos, no es lo insostenible de
esta situación, sino algo mucho peor: que nos hayamos acostumbrado a esto; me
da temor que así como las sociedades se acostumbran al progreso y al
desarrollo, también se acostumbran a esto que vivimos actualmente.
Venezuela
es una bomba de tiempo, y en esta incertidumbre, no sabemos si estamos frente a
los últimos días de este gobierno, o bien frente a una sociedad acostumbrada al
subdesarrollo…