domingo, 22 de abril de 2012

RESUMEN ARBITRARIO DE UN ENSAYO


“Pueblo que no aspira a perpetuar sus signos a través de las generaciones futuras es pueblo todavía sin densidad histórica o colectividad ya en decadencia…”

Parte I
Mario Briceño Iragorry (MBI) comienza su ensayo sobre la base de la siguiente premisa: En Venezuela hay una crisis de pueblo. Pero cuando habla de pueblo, lo hace en función histórica. “…Y justamente no somos pueblo en estricta categoría política, por cuanto carecemos del común denominador histórico que nos dé densidad y continuidad de contenido espiritual del mismo modo que poseemos continuidad unidad de contenido en el orden de la horizontalidad geográfica” sentencia MBI. Para el autor, hemos asumido una historia litúrgica y fantástica; aquella historia de las proezas militares de nuestros libertadores; de las montoneras del siglo XIX; en fin, nuestra historia bélica “... con cuyo rígido esplendor se ha creído compensar nuestras carencias sociales de pueblo…”. Y justamente, la historia de nuestro país no es únicamente la historia bélica, ni tampoco montoneras de caudillos que tienen el nombre “revoluciones” (Ramon Guillermo Aveledo -citando a Antonio Arraiz- documenta que entre 1830 y 1903 hubo 39 “revoluciones” en el país y 127 alzamientos): existe una historia civil; existe una historia de valores, costumbres, tradiciones, cultura.

Con anterioridad a que “Mensaje sin destino” fuese escrita, MBI explica la decisión que habían tomado los gobiernos anteriores en torno a evitar mensajes denigrativos sobre Simón Bolívar, sobre la base (quizá racional o no) del patriotismo y el nacionalismo; digamos, se estableció una suerte de “policía histórica”. MBI -reflexionando sobre esos hechos-, sostiene que si realmente como pueblo hubiésemos asumido nuestra historia íntegramente, ya habríamos desechado cualquier intento de desfigurarla, y no tendríamos que acudir al establecimiento de una “historia oficial” “…. En cambio a estas alturas de tiempo ya debiéramos haber adoptado, espontánea y uniformemente, un ‘cánon’ histórico…formado, repito, sobre estructuras ideales, arrancadas, a través de un proceso sedimentario de generaciones, del fondo de nuestro anales… El organismo social repudiaría por sí solo cualesquiera consejas que se opusieran a ‘su’ verdad histórica, sin necesidad de que se recurra, como fatalmente hubo de recurrirse en el caso citado, a drásticas drogas de gendarmería… ya debiéramos poseer un grupo vigoroso y uniforme valores históricos , logrados como fruto de una compresión integral –de sentido colectivo- de nuestro pasado nacional”.

Parte II
Sobre la base de lo anterior, MBI fustiga ese afán de situar la labor de los españoles como opresora de nuestros indígenas. Al final, sostiene, nuestra historia no es la de los opresores sobre los oprimidos: tan valioso es el aporte de los españoles, como el de los indios, negros, pardos y mestizos. Esa es la historia que debemos asumir; aquella con sus errores y aciertos, bélica y civil.

Parte III
En este ensayo, MBI habla del “hiato histórico”. En realidad, la historia se presenta como un conjunto de hechos y acontecimientos que generan consecuencias. Pero cuando MBI habla de “hiato histórico”, lo hace considerando que “existen metástasis que explican la presencia de procesos que sufrieron retardo en si evolución natural” En nuestro país asimilamos una historia segmentada. Venezuela nació tantas veces como revoluciones tuvo en el siglo XIX; el siglo XX lo dividimos en dos partes (Gómez y la democracia); y en el siglo XXI, supuestamente volvimos a nacer con la “revolución bolivariana”. “…habremos de concluir que lejos de ser una Venezuela en categoría histórica, nuestro país es la simple superposición cronológica de procesos tribales que no llegaron a obtener la densidad social requerida para el ascenso a nación”. Urge entonces, a juicio de MBI, darle continuidad a nuestra historia; buscar en nuestros orígenes la densidad social de la que hemos carecido. “…desdecir de la época colonial para hacer más brillante la epopeya de la emancipación; desconocer los valores de caudillismo conservador para ameritar los avances del ciclo liberal; negar los hechos positivos de la dictadura andina (integración demográfica de la nacionalidad, pago de la deuda exterior, supresión del caudillismo cantonal, creación de la sanidad pública), para que más brillen las conquistas cívicas logradas después de la muerte de Gómez…es manera inadecuada de interpretar y valorar nuestro pasado”. Y precisamente, de ese perenne “borrón y cuenta nueva” al cual hemos estado acostumbrados, se explica nuestra crisis institucional, educativa, política, económica; incluso, menos preciamos la obra del otro para resaltar la nuestra “…Sin mirar los balances favorables y los signos positivos de las épocas anteriores, buscamos hacer la tabla rasa para empezar una nueva construcción”, diría MBI.

Mensaje sin destino no se reduce únicamente a lo parafraseado anteriormente: arbitrariamente consideré ideas generales de ese ensayo, que para mí son relevantes. No obstante, pienso que es un ensayo que cualquier venezolano debería tomar en cuenta.

domingo, 8 de abril de 2012

MENSAJE SIN DESTINO

Justamente, el nombre de este blog se debe a un ensayo escrito por Mario Briceño Iragorry: Mensaje sin destino. A pesar de haber sido escrito en 1951, mantiene una vigencia impresionante. De modo que partiré de la paráfrasis de ese artículo, para comenzar a escribir en este blog.


Y es que en tiempos como estos, en el que nuestro país se encuentra dividido en dos toletes, bien nos hace recordarnos como pueblo; como creación histórica. Y recordarnos nos hace bien, no para tomar partido por un bando u otro, sino para asumirnos como venezolanos; con sus valores, virtudes y debilidades. Como vaya parafraseando a Mario Briceño Iragorry, iré planteando reflexiones que arbitrariamente considero útiles…